sábado, 1 de abril de 1995

ENTREVISTA A MARIO EDUARDO FIRMENICH - 1995

TIEMPO NUEVO - CANAL 11 TELEFE - 1995
ENTREVISTA A MARIO EDUARDO FIRMENICH

Bernardo Neustadt: Le pido al señor Mario Firmenich que nos diga lo que piensa de lo que hizo y de lo que quiere hacer, si es que quiere conseguir el futuro.

Mario Firmenich: Yo en primer lugar le agradezco, señor Bernardo Neustadt, su invitación. Quiero aclararle que he preferido leer lo que voy a decir, por respeto al tema, al dolor que hay sobre el tema, a la exactitud que es preferible tener en esto, que es más que un primer paso. Seguramente habrá segundos, terceros pasos en este camino; pero en este primer paso he preferido ser lo más preciso posible. Si me permite, me dirijo a todos mis compatriotas y a todos los habitantes de esta tierra, asumiendo una vez más la responsabilidad política por todo lo actuado por los militares montoneros, porque así lo exige la necesidad social de esta hora. Pero ya no es tiempo de clandestinidad para nadie ni existen los mandatos de otra época. Cumplo, pues, con mi deber en función de la historia y espero que cada montonero, comparta o no mis palabras, asuma sus propias responsabilidades ante la sociedad toda. Después de diez años de democracia, de transición, llegó la hora de la verdad para los argentinos. El general Balza tuvo el coraje de asumir una autocrítica que le correspondía a Videla. Y tendió una mano de paz y reconciliación con la verdad, con la sociedad de hoy y con sus antiguos adversarios. Los montoneros ya habíamos hecho nuestra autocrítica y nuestros aportes a la reconciliación y a la pacificación en forma escrita, pública y en la práctica cotidiana. Quizá no fue debidamente escuchada. Hoy vengo a reiterarla, aceptando la mano tendida, con buena voluntad, por el señor general Balza, y tendiendo a la vez mi propia mano. Cuando fuimos acorralados, política y policialmente, cuando la Triple A nos masacraba tras la muerte del general Perón, cometimos el error madre de pasar a la clandestinidad y retomar la lucha armada, pese a que no existía para eso la legitimidad que otorga el consenso de las mayorías. Políticamente el error fue de naturaleza ideologista y militarista. Espiritualmente, fue un pecado de falta de esperanza que nos llevó a una decisión desesperada. Más tarde, ante la evidencia de aberraciones de lesa humanidad contra familiares amigos y compañeros, seguramente no fuimos capaces de luchar cumpliendo el precepto cristiano que nos manda a amar a nuestros enemigos. De haberlo hecho, se habrían evitado numerosos daños completamente ajenos a la justicia pretendida. Pero tenemos la obligación de decir, también, que nosotros no tenemos que arrepentirnos por haber desaparecido a nadie ni por haber torturado a nadie para obtener información, ni por haber violado ninguna mujer. Ni por haberle robado ningún hijo a nadie, ni por haber empleado a nadie, ni por haber arrojado vivo al mar a nadie. Debemos reiterar que también han sido falsas las imputaciones realizadas con ánimo de desprestigio, como parte del enfrentamiento, sobre inexistentes vinculaciones espurias con el enemigo y sobre algunos atentados ajenos a nuestra participación. Cabe, no obstante, reiterar aquí nuestra autocrítica por haber celebrado ingenuamente algunos atentados contra adversarios, aun sin saber certeramente su procedencia. Por otra parte no es cristiano celebrar la muerte de ni del peor enemigo. Es hora de clarificar, también, que no tenemos responsabilidad en lo actuado por otras organizaciones armadas de izquierda, que se pusieron a la salida electoral de 1973 y que continuaron e intensificaron absurdamente su accionar guerrillero con tomas de cuarteles de ejército durante el gobierno de Cámpora y Perón, intentando luego la instauración de una zona liberada en Tucumán. Los argentinos producimos una guerra civil embozada desde 1955 en adelante. Nosotros no empezamos la violencia en la Argentina. Nosotros fuimos la generación que nació, creció y se educó durante ese proceso histórico. Sufrimos los bombardeos a la población civil, la derogación por bando militar de la Constitución Nacional, los fusilamientos sin juicio previo, la proscripción política por décadas. Todo ese tanto con gobiernos civiles radicales como con dictaduras militares. El derecho de resistencia a la opresión por todos los medios fue legitimado universalmente tanto en el derecho constitucional como en las encíclicas papales. Los peronistas y nuestro líder entendimos que nos asistía este derecho. Nosotros, la Juventud Periodista, tuvimos la osadía y el coraje de ponerlo en práctica, al precio de sacrificar nuestras incipientes vidas. Pero no fuimos sólo los montoneros ni solamente los jóvenes peronistas. Con muy variadas formas de militancia, fue toda nuestra generación. Valiosísimos talentos en todas las ramas del pensamiento y del trabajo. Vocaciones profundas y brillantes de médicos, sacerdotes, poetas, matriceros, científicos, técnicos, músicos y todas cuantas el ser humano es capaz de hacer, fueron generosamente sacrificadas por una lucha que se nos imponía como deber moral, solidario, con la patria y con los más débiles. En un país que era injusto y sin destino. Ellos son nuestros mejores amigos y compañeros que ya no tenemos, es preciso decir que nos avergüenza ante el mundo la hipocresía de sostener que tanta inteligencia y capacidad humana fueron arrastradas de las narices de un trágico final falsamente explicado por una teoría de los demonios. En agosto de 1975 Videla, Massera y Agosti definieron a su favor la lucha contra los militares antigolpistas, que efectivamente los hubo, pero fueron destituidos o relegados a funciones sin poder, e inclusive eliminados violentamente. Iniciado el Proceso de Reorganización Nacional, la masa de la sociedad argentina se dividió entre los que dieron su consenso a la eliminación por cualquier medio de la llamada subversión y los que, aterrorizados, optaron por no ver, no oír, no saber, no meterse. Todo el dolor nacional fue posible por una cultura política totalitaria y militarista, de la que todos hemos formado parte. Vivíamos en un país donde la mayoría no tenía derecho a gobernar, las minorías no tenían derecho a existir, los militares eran la reserva moral y política de la patria. La justicia social era el derecho de la demagogia. El poder judicial era auxilio formal del poder político, la Constitución Nacional no existía, la violencia política era siempre legítima, las Fuerzas Armadas eran el partido militar de las minorías económicas dominantes. La mentira y la difamación pública eran el componente normal del discurso político contra los peronistas, el trasfondo era la incompatibilidad a muerte entre la patria oligárquica, la patria peronista, la patria gorila, la patria corporativa, la patria socialista, la patria sindical y la patria financiera. No existía un proyecto de país para todos con reglas de juego compartidas. Cada víctima del enfrentamiento tenía sus familiares y amigos íntimos. Naturalmente para ninguno de estos valían argumentos de tipo político. El dolor de lo irreparable no admite esas razones, el amor a los seres queridos resultó más fuerte que las ideologías. Hoy podemos hablar de la reconciliación nacional y la pacificación definitiva porque en un estado democrático, de plena vigencia de todos los derechos y garantías de una Constitución con respaldo unánime, la violencia política no tiene ningún sentido ni ninguna legitimidad. Pero no se trata de la reconciliación de torturadores y torturados, se trata de la reconciliación social y política en una cultura pluralista, que entre todos hemos ido construyendo durante los once años de transición democrática. La reconciliación se consolida con la verdad histórica y con la autocrítica nacional. Ese es el valor trascendente del primer paso dado por el general Balza, cuyos alcances se deben a que supera el mero hecho individual para ser un hecho institucional. Hecho institucional con todo el respaldo político del comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, que gracias a Dios en la democracia es el presidente constitucional, hoy es el doctor Carlos Menem, quien además ha exhortado a todas las fuerzas a seguir por ese mismo camino. Todos debemos colaborar con esa actitud, no lograremos coincidir fácilmente sobre los juicios de valor, como no lo hemos logrado hasta ahora sobre Rosas y Sarmiento; pero lo importante es que reconozcamos verazmente los hechos ocurridos y que aceptemos todo nuestro grado particular de responsabilidad. Todos debemos tender nuestra mano abierta, ni las mentiras, ni los chivos expiatorios, ni los rencores, nos darán la otra estabilidad, la paz, porque la hora de la paz es la hora de la verdad.

Neustadt: Esos jóvenes, de dieciocho a veinticuatro años, que van a votar por primera vez en la República no tienen idea de quien es este señor, de lo que pasó en la Argentina, de la sangre derramada. Ni idea. Y van a votar por primera vez: son dos millones. Entonces le dije: yo quisiera ver a sus padres en el estudio, él tiene setenta y ocho años, su madre tiene setenta y dos. Yo quiero ver a su mujer y sus hijos en el estudio. María Inés tiene diecinueve años, Mario tiene dieciocho, Facundo José tiene once, Jorge Agustín tiene ocho y Santiago Ramón tiene seis. Y su mujer se llama María Elpidia Martínez Agüero. Este, insisto, no es un show de televisión, si no lo hubiéramos hecho con otra presentación, la gente en la calle, los periodistas aquí en este estudio. Esto está grabado porque no busco el escándalo. De un lado hay una mano tendida y del otro una mano que se da. Yo quiero cerrar mi ciclo profesional, de algún modo, alcanzando lo que no pude alcanzar en mi vida. Yo me pasé cincuenta años viendo esto, cincuenta años que vi la muerte, el dolor, la angustia, el horror, el error, medio país sin poder votar, medio país silenciado tal vez en otra época. Y sin parar nunca. Si usted me permite le quisiera hacer tres preguntas nada más. Cuando usted dice arrastrado de las narices, usted como líder de un grupo que un día pasó a la clandestinidad y decidió que el camino estaba oscuro y que la consigna en el fondo era morir o matar o matar o morir, ¿usted también arrastró de las narices a jóvenes?

Firmenich: Justamente por eso me refería... no, no los arrastré de las narices, los representé, nuestras decisiones fueron colegiadas.

Neustadt: ¿Lo volvería a hacer?

Firmenich: No, he comprendido que es un error.

Neustadt: Y la última sería que usted decía que ustedes no hicieron desaparecer gente, no tiraron seres vivos al mar. Hoy tenemos una Argentina donde un señor se presenta en televisión y dice: "tiré treinta personas al mar", y para algunas organizaciones es un héroe. Es un asesino. Es como si Eichmann se hubiera arrepentido de la cámara de gas y dijera en la televisión: "estoy arrepentido de eso", y contara lo que hizo, y la comunidad judía dijera: "¡qué héroe!". Le pregunto: dentro de eso que ustedes no hicieron, el secuestro del general Aramburu, ¿cómo lo vive usted? Es decir, eso fue un secuestro, ese fue un hombre que intentó ser vejado, después de ser asesinado. Ustedes mismos asumieron que lo habían hecho.

Firmenich: No, no lo hemos vejado, lo hemos respetado hasta el extremo de -como inclusive lo he relatado en alguna ocasión- sin tener necesidad en un hombre que está por morir, evitar que se tropiece con los cordones de sus zapatos, porque estaba él maniatado. No, lo hemos respetado e inclusive públicamente hemos orado por él. Y también ahí aprendí que no había que odiar al enemigo.

Neustadt: Pero lo asesinaron.

Firmenich: Fue un acto que no decidimos nosotros, lo decidió el pueblo. Estaba decidido por el pueblo, y esto es en todo caso lo triste, porque no podemos hablar de esta situación sin hablar de los bombardeos a Plaza de Mayo, sin hablar del fusilamiento del general Valle.

Neustadt: ¿Le puedo pedir un favor? Nunca más represente al pueblo así. Le pido por favor.

Firmenich: Yo también desearía que el pueblo nunca más tuviera necesidad de venganza, que fue lo que hubo. Ojalá no necesitemos nunca más venganza, nadie. Ojalá -usted lo mencionó al principio, lo hablamos el otro día, en algún momento fuimos enemigos- no seamos nunca más enemigos.

ENTREVISTA A FERNANDO CARDOSO - 1995

ENTREVISTA A FERNANDO CARDOSO

Bernardo Neustadt: Señor Presidente Fernando Cardoso, un gusto de verlo esta noche sano y salvo.

Fernando Cardoso: Le agradezco yo.

Neustadt: Usted acaba de ver concluida, de derrotar si uso la palabra esa, una huelga contra sus planes de privatización. ¿Qué sectores se opusieron, señor Presidente?

Cardoso: Bueno, básicamente los sectores corporativos, los que están en algunas empresas del Estado y algunos sindicatos que por una razón ideológica prefieren el monopolio de Estado. Por otra parte, hay también algún grupo más politizado pero siempre con una idea muy anticuada, muy vieja, que se creen en la vanguardia y de hecho tiene ideas que ya no corresponden más a los días actuales. Pero lo que fue importante en esta huelga fue que la opinión pública estuvo al lado del gobierno, se dio cuenta que era una huelga política y de una política atrasada y que además perjudicaba el cotidiano del ciudadano. Entonces no fue difícil para el gobierno, con su acción tranquila y firme. No hemos concedido nada porque la justicia del trabajo -acá es ese sistema- había dictado un fallo favorable al gobierno, entonces yo no podía desobedecer a la Justicia. Por desgracia para los sindicalistas, ellos tomaron una posición antidemocrática porque se revelaron contra la decisión de la Justicia. El gobierno fue muy firme y yo creo que la opinión pública nos ha respaldado fuertemente.

Neustadt: A ver si entendí bien, quiere decir que la dirigencia sindical dijo "no" y los trabajadores dijeron "sí", han vuelto a trabajar.

Cardoso: Los trabajadores del sector de petróleo estuvieron más bien al lado de los líderes sindicales, más tarde, cuando se dieron cuenta de que no había solución, votaron por la vuelta al trabajo. Pero yo me refiero a los demás trabajadores, todos trabajadores del sector privado y de muchas encuestas, pues se manifestaron abiertamente a favor del gobierno, o sea que la huelga no tenía más sentido, que había que retornar al trabajo.

Neustadt: Para hacer esta pregunta siguiente, señor Presidente, le digo que los argentinos estamos rezando para que al Brasil le vaya bien, porque si les va bien a ustedes nos va bien a nosotros. No es como antes que se deseaba que un país fracasara para que el otro llegara a la cúspide.

Cardoso: Y viceversa ¿no?

Neustadt: Y viceversa. Es decir, o al Brasil le va muy bien y a la Argentina le va muy bien, o a los dos les va muy mal. Esto lo tenemos claro, pero como nunca. Acá las privatizaciones se hicieron después de una larga lucha de cuarenta años de explicarlo y explicarlo, porque primero hay que ponerlo en la mente, como usted comprenderá. Fíjese, si se hiciera a veces contra el partido gobernante, es decir, Menem creo que tuvo una gran soledad en el comienzo. Se hicieron contra los partidos opositores, las privatizaciones se lograron inclusive contra parte del empresariado argentino que estaba abrazado al Estado, se hizo contra los sindicatos. Yo diría que solamente se hizo con la base de la opinión pública diciendo "sí, queremos salir del fracaso". ¿Usted siente eso también?

Cardoso: La verdad es que acá tenemos más apoyo porque la opinión pública desde luego respalda, pero también los partidos. Mire que en el Congreso estamos ganando las votaciones, 350-360 votos a favor y en contra unos 100-120. Los partidos nos están apoyando también y una parte del movimiento obrero también apoya las transformaciones. Así que el éxito de Argentina nos ha ayudado mucho acá en Brasil, yo creo que acá la situación se ha vuelto más fácil. Yo no quiero decir que sea tan fácil, siempre hay dificultad. Al comienzo yo también estuve muy solo, principalmente cuando fui Ministro de Finanzas: tuve que confrontarme con fuerzas políticas que no querían saber ni de privatización, ni de la disciplina monetaria ni fiscal, necesaria para recuperar en limpio todo el desarrollo económico. Pero ahora, después de las elecciones, como yo planteé al país cuáles eran los temas y cuáles serían las soluciones que el gobierno implementaría, si yo fui elegido presidente, después, con un respaldo tan fuerte, con tantos votos como obtuve, yo creo que tengo muchas más posibilidades de atraer apoyo. Y lo estoy atrayendo. Debo decirle con toda claridad que el Congreso no me ha fallado, el Congreso está apoyando también, así que, salvo dos o tres partidos los demás me están apoyando.

Neustadt: Yo diría que usted tuvo enorme autoridad moral, señor Presidente, porque usted no engañó al pueblo brasileño diciendo "voy a hacer A" e hizo B, usted dijo "yo quiero esto, esto lo voy a hacer, las manos limpias, las ideas claras". Si no fuera así usted se engañaría a sí mismo, por eso creo que la gente lo entendió. Usted mañana tiene una reunión clave, ¿es verdad lo que digo?

Cardoso: ¿Usted se refiere a la cuestión del petróleo?

Neustadt: De todo... usted no engañó a la opinión pública.

Cardoso: Ah, no, no. Eso es ciertísimo, yo hablé siempre con mucha claridad todo lo que yo pensaba en cuanto a salarios, en cuanto a la seguridad social, en cuanto a la cuestión del orden económico, la reforma del Estado, la necesidad de una administración más ágil, la privatización, yo planteé todas las cuestiones todo el tiempo en entrevistas, por la radio, por la televisión y sigo haciendo igual. La gran ventaja que tenemos hoy día acá, igual que en Argentina, es que con la democracia existe la posibilidad de explicar y hay que convencer al pueblo, hay que, todo el tiempo, rendirle cuenta al electorado, al país, al pueblo. Eso es lo que nos da la fuerza porque si uno empieza a engañar "que sí, que no, que quizás" y a hacer artimañas políticas, artificios políticos para engañar al pueblo, no funciona. Entonces aquí es más fácil, muchas veces, confrontar y decir "bueno, hasta tal punto yo voy, y aquí no puedo más, ni retraer ni avanzar". Es lo mejor, es una nueva forma de hacer política, mucho más directa, lo que corresponde al desafío de nuestro país.

Neustadt: Señor Presidente, es tan cierto que usted tiene que ver que hace menos de un mes tuvimos elecciones, Menem había privatizado y el 50% del país le dijo "sí". Quiere decir que está la línea, gracias a Dios, por primera vez en toda América del Sur, de un pensamiento distinto para salir del apellido fracaso y entrar al apellido éxito, aunque sea distinta, hacer una cosa distinta. Usted mañana tiene una reunión importante del Congreso, del Parlamento brasileño, ¿usted cree que le van a decir que sí?

Cardoso: Sí, es que mañana se vota la última fase de la reforma económica en la Cámara de Diputados, que se refiere a la Ley del petróleo. Hoy día se ha votado la de telecomunicaciones y mañana tendremos la cuestión del petróleo. Entonces ahora pasa todo al Senado y en el Senado yo creo que la mayoría del gobierno es todavía más sólida que la mayoría de la Cámara. Quisiera hacer un comentario sobre lo que usted dijo al respecto del Presidente Menem, creo que él tuvo mucho valor porque precisamente él fue capaz, en situación difícil, de decir lo que es necesario hacer, y de hacerlo. Creo que eso es lo que corresponde a los líderes del continente nuestro en este momento. Hay que tener dos virtudes si se quiere mantener una posición de liderazgo: una es el coraje, sin coraje no se hace nada, es necesario tener coraje para enfrentar los problemas; la otra es la convicción. Creo que son las dos características que se requieren y Menem las tiene. O sea, hay que estar convencido de lo que se va a hacer y luego tener coraje para llevarlo adelante. Con estas dos características se llega al objetivo deseado.

Neustadt: Le voy a hacer la pregunta que tal vez a los argentinos más les preocupa o más tiemblan cuando se trata de Brasil. Primero, insisto, se la hago desde el ángulo éste, rezo todos los días para que a Brasil le vaya muy bien porque estamos intercambiando productos como nunca en la vida, nuestras provincias, las que están en la frontera viven como nunca en este momento. Acá le temen a una devaluación.

Cardoso: Yo creo que ya quedó muy claro para todo el mundo que la política del gobierno brasileño es una política equilibrada y que es una política que no tiene sorpresas. Acá nosotros no tenemos, como tienen ustedes, un cambio fijo por ley, pero sí tenemos la convicción de que la apreciación de la moneda nacional se hizo en base al libre mercado y no como una maniobra del gobierno. Así que no hay porqué temer saltos bruscos, alguna adaptación como la hicimos ya para el frente, para atrás, eso se puede hacer pero dentro de un marco del mercado y no como un instrumento para impedir importaciones, o para aumentar las exportaciones nuestras. Las exportaciones nuestras, que siguen creciendo, están basadas en el aumento de productividad. Mucha gente habla de que el real está apreciado, sobrevaluado, pero se olvidan que el dólar, que es la referencia en ese tipo de comparación, fue devaluado, así que no hay problemas para las exportaciones brasileñas. Como yo dije -y repito- aquí rige la ley del mercado. Puede que haya un ajuste, otro ajuste, pero de ninguna manera hay que tener sorpresas y miedo a que Brasil vaya a utilizar el cambio como instrumento para aumentar sus exportaciones o dificultad de importaciones. Al contrario, y como usted sabe, nosotros siempre estamos, tanto Cancillería como el Ministro de Finanzas, en contacto permanente con la contraparte argentina, nada se hace sin informarlos y también, siempre ha sido así, los argentinos nos informan. Porque es verdad lo que dijo usted, o sea, el éxito de Argentina es el éxito de Brasil y viceversa. Entonces no vamos a sorprender a los argentinos con maniobras que no correspondan al interés de los dos países.

Neustadt: ¿Cuáles son sus privatizaciones inmediatas, señor Presidente?

Cardoso: Ahora, en el mes entrante, vamos a privatizar una distribuidora de energía eléctrica, más adelante otra distribuidora en Río de Janeiro que está en manos del gobierno. Además, en todo el sector energético, el valor del patrimonio estatal brasileño en este campo sobrepasa los 50.000 millones de dólares. Estamos en construcción de varias usinas, que no son muy grandes pero que tienen un valor que se acerca a los 300 millones de dólares Yo creo que esos son los pasos inmediatos. Está también en la lista de privatización la más grande empresa brasileña de lideración, pero ahí no hay decisión todavía, no se sabe cuál es el modelo que se va a adoptar. Por otra parte, en lo que hace al gas, estamos sencillamente esperando que se termine el proceso legislativo para poner en marcha mucha labor en conjunto para capital privado, nacional, extranjero en el gas, gas de Bolivia, gas de Argentina. En fin, hay mucha posibilidad en el sector energético, yo creo que esa es la clave. Y luego vendrá la telefonía, porque ahora dependiendo de la aprobación también por el Congreso se abre un campo nuevo en telefonía. Entonces, como usted ve, el mercado brasileño es muy vasto y esto requiere un esfuerzo enorme de inversión local e internacional. Eso no significa que el Estado no tenga un rol que cumplir, si lo tiene a veces es inversión directa, pero más frecuentemente, de aquí para adelante, es tema del control del sistema de concesiones, de cómo se hace la transmisión energética, la gran línea de transmisión energética que debe permanecer en manos del sector público para permitir que lo que se produzca a partir del sector privado pueda participar en el conjunto del país. Hay mucha labor que hacer, pero yo creo que ya estamos en buen camino.

Neustadt: Presidente, yo he leído muchos de sus trabajos, no se le puede decir a usted que sea un oligarca, un vende patria, que todo esto que está haciendo no lo tenga pensando en el pueblo brasileño, en 200 millones de brasileños que van a poder vivir mejor si Brasil consigue estas ideas que están en marcha en el mundo, que se pusieron en la Argentina. ¿No es cierto que usted piensa en el hombre y la mujer brasileña, que ese es el horizonte? Usted va a decir: "Sí, Neustadt" ¿Pero no es cierto que usted que es un hombre que viene de lo más profundo de un socialismo de verdad, piensa así?

Cardoso: No hay ninguna duda a este respecto, yo creo que el interés nacional y el interés popular siguen siendo fundamentales, pero hay que preguntar en el mundo de hoy a qué corresponde el interés nacional, el interés popular, cuáles son los actos que efectivamente van a mejorar la capacidad del país en su conjunto y el bienestar del pueblo. Lo que está mal es pensar que todavía hay que mantener la economía autárquica y con un rígido control del Estado en todo lo que hace a la inversión y que sólo la inversión estatal produce el bienestar. Eso ya no puede más, ya agotamos este modelo, que fue útil en su tiempo, pero ahora hay que hacer inversiones de todo tipo, incluso privadas, nacionales y extranjeras, pero el interés nacional sigue primando y el popular más que nunca. Yo creo que lo que aquí se usa para la lucha política llamada neoliberal, no corresponde a la calidad. Yo sigo siendo socialdemócrata, yo creo que todo lo que se hace tiene que ver con el interés del pueblo, hay que mejorar la vida del pueblo, hay que darle más empleo, hay que aumentar la participación del pueblo en el control de las decisiones, incluso en la decisión de las empresas grandes, en el mundo moderno. Ahí sí hay una labor importante para los sindicatos, para abrir camino, para que haya obreros, empleados participando del control de las inversiones pero también de la gestión de la empresa y principalmente hay que volver más barato el costo del teléfono, el costo de la gasolina, el costo de la electricidad, de los puertos. Para que se pueda producir más y eso mejore el bienestar de la población, así que yo creo que sus comentarios son absolutamente ciertos y yo sigo muy interesado, soy un presidente que cree en sí mismo, que tiene que creer que tiene que servir al pueblo, yo sigo muy interesado en todo lo que hace al interés del Brasil en cuanto país, yo creo que estamos aumentando la posibilidad nacional a la medida en que estamos participando de la economía global porque ésta es la forma actual de pertenecer a la producción y no podemos esencialmente dar la espalda a lo que pasa en el mundo porque si lo hiciéramos ahí sí no estaríamos sirviendo al país, al interés nacional y menos todavía al interés del pueblo.

Neustadt: Señor Presidente, ésta es la última pregunta y es incómoda para mí. Hoy el principal diario de la Argentina en cuanto a tiraje, Clarín, publicó que su custodia está integrada ahora por espías y francotiradores.

Cardoso: No, están equivocados, aquí la custodia del presidente está siempre a cargo del Ejército y de las Fuerzas Armadas. Esto es una cosa normal, siempre ha sido así, y yo no tengo ninguna preocupación en cuanto a mi vida, yo creo que ahí hay una exageración en toda esta materia de seguridad, yo creo que en el caso brasileño normalmente no hay -yo por lo menos no tengo-, una preocupación personal más grande. Ahora, a lo que corresponde a la custodia, ellos sí porque como hubo algunas manifestaciones de grupos políticos, ellos están naturalmente preocupados con eso, pero son asuntos muy laterales que no me preocupan mayormente a mí en lo personal y no ha cambiado para nada. La custodia sigue siendo en términos normales a cargo de las Fuerzas Armadas.

Neustadt: Señor Presidente, mil gracias por este reportaje que usted me ha concedido. Quiero decirle que cuando amanezco antes principalmente me preocupaba por la Argentina, hace como un año, y desde que usted asumió, que estoy pensando en usted. Estoy rezando por Brasil, deseándole que le vaya muy bien en esta transformación, porque si Brasil se transforma, como se transformó la Argentina, también se transforma América Latina. Así que gracias por todo, mucha suerte y como sé que usted es un hombre de coraje... ¡adelante!

Cardoso: Muchas gracias a usted, buenas noches.


Video: Fernando Cardoso en Tiempo Nuevo, 1995.
Bernardo Neustadt

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ENTREVISTA A ADOLFO BIOY CASARES - 1995

TIEMPO NUEVO - CANAL 11 TELEFE - 1995
ENTREVISTA A ADOLFO BIOY CASARES

Bernardo Neustadt: Adolfo Bioy Casares, ¿quiere contarnos lo que piensa sobre determinados aspectos de la vida argentina? Sea bueno. ¿Lo peor que le puede pasar a un hombre es perder?

Adolfo Bioy Casares: No, lo peor que le puede pasar a un hombre es tener que despreciarse a sí mismo.

Neustadt: Antes, cuando usted era joven, en su primera adolescencia, ¿la corrupción era un bien instalado -o un mal instalado-, en el país y en el mundo?

Bioy Casares: Creo que usted espera que yo le conteste que no pero creo que la corrupción ha existido siempre.

Neustadt: ¿Forma parte del hombre?

Bioy Casares: Sí, por lo menos de muchos hombres.

Neustadt: Sabe que dentro de dos meses va a tener que ir a votar, ¿se pone alegre, lo disfruta?

Bioy Casares: No, nunca lo disfruto. Casi recuerdo siempre haber votado por los que me parecían menos malos.

Neustadt: En la escena del mundo están apareciendo -antes quedaba en la trastienda-, la condición de gay o la condición de lesbiana.

Bioy Casares: He habido un gran desfile de gays...

Neustadt: Sí, sí. Hoy están de cara al mundo, van a la televisión, defienden su homosexualidad, su bisexualidad, como quieran llamarlo. ¿Usted cómo lo vive?

Bioy Casares: Bueno, creo que hay que aceptarlo como una manera de ser, ¿qué vamos a hacer?

Neustadt: ¿No le molesta que ocupen espacios públicos o por lo menos que digan "yo soy gay", "yo soy lesbiana"?

Bioy Casares: No. Me parece que tenemos que resignarnos a que se expresen.

Neustadt: Hablando nuevamente de la política, ¿cómo tendrían que ser los políticos para recuperar la fe perdida en ellos?

Bioy Casares: Tendrían que cambiar totalmente la manera de ser. Creo, además, que la fe en los políticos se ha perdido en casi todos los países. No sé si eso es para bien; creo que es bastante justificado, en todo caso.

Neustadt: Hoy en día la costumbre es que se va a bailar. Fíjese esto... una chica de 17, 18 años sale a bailar a los dos de la mañana.

Bioy Casares: Sí, es rarísimo. Yo nunca he sido noctámbulo, he vivido de día y justamente pienso que es horrible morirse porque uno no va a ver otra vez la luz del día.

Neustadt: ¿Por qué es tan difícil tratar de ser bueno, o vender bondades? ¿Nadie las compra?

Bioy Casares: Nadie las compra y además creen que los buenos son sonsos, yo creo que para ser bueno hay que ser inteligente.

Neustadt: Y ser malo y ser vivo, ¿es bueno?.

Bioy Casares: Probablemente, a mí me parece que es una forma de idiotez la maldad.

Neustadt: ¿Ha sabido usted ser feliz?

Bioy Casares: Creo que sí. Yo creo que tengo un temperamento optimista y una mente pesimista.

Neustadt: ¿Cuándo nació la costumbre de que los hombres al encontrarse se besen? ¿A usted le gusta?

Bioy Casares: Es algo que me sorprendió mucho hace un tiempo, ya me voy acostumbrando, pero realmente no me gusta demasiado.


Video: Adolfo Bioy Casares en Tiempo Nuevo, 1995.



Bernardo Neustadt
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