lunes, 30 de marzo de 1970

ENTREVISTA A JUAN DOMINGO PERÓN - 1968

“LO QUE QUEDO...”

REVISTA EXTRA - AÑO IV - Nº 41 - DICIEMBRE 1968

¿QUE HAY ENTRE PERON Y ONGANIA?
Entrevista a Juan Domingo Perón

Cinco horas en Puerta de Hierro

El periodismo está moralmente obligado a ser un servicio –si no... ¿qué es?– y a concretar profesionalmente SU aporte al país. Por eso Bernardo Neustadt golpeó a la Puerta de Hierro y se encaró con Juan Perón: hablaron cinco horas y media, de las cuales dos está grabadas en una cinta que ponemos a diposición del que quiera constatar la veracidad del diálogo. La residencia del líder exiliado, en Madrid, es un hervidero: cuando el director de EXTRA se asomó a ese mundo, Remorino y Ongaro acababan de protagonizar una feroz discusión ante Perón. Frigerio –(“es un hombre bueno; me gusta”)– se iba tras proponer un proceso de acuerdo en torno a Onganía. Vandor se llevaba –aparentemente– el renovado aval del líder para comandar el peronismo en Argentina. Desde 1955, Perón conmovió los cimientos de muchos gobiernos, cuando no ayudó a derribarlos; pero nunca cosechó –ni él ni los suyos– la vacancia que se iba creando periódicamente. Por fin, el poder está en manos de los militares –algo que al hombre de Madrid, sin duda, le simpatiza– y todo indica que Perón será más tolerante, más positivo, que ante los mandatos radicales. “Eso no se arregla con chirinadas; el país ya sufrió bastante con las conspiraciones”, dice. Pero también estima que debe cambiar la orientación económica oficial. Este reportaje QUIERE ser un servicio; nunca fue sondeado a esta profundidad el mundo ideológico de Juan Perón, a la luz de lo que él puede todavía darle al país, o al gobierno, o a ambos. Por eso hemos querido saber qué hay –o qué puede haber– entre Perón y Onganía. Es la clave de nuestro futuro nacional, desde que mucho sigue girando alrededor de lo que Madrid ordene, aconseje, decida, conceda, acuerde.

Bernardo Neustadt: La primera pregunta que quiero hacerle es ésta: ¿Por qué los argentinos no pueden tener a un obispo avanzado como Monseñor Podestá y los brasileños sí a Helder Cámara?

Juan Domingo Perón: Se trata de idiosincrasias distintas. En nuestro país el Gobierno pide el relevo de ese hombre; en el Brasil, no.

Neustadt: Pero si los dos están sometidos a la misma influencia...

Perón: Eso no cuenta; enfrentando a la Iglesia los americanos no tienen mucha influencia.

Neustadt: Ellos tienen territorios más explosivos y permiten más...

Perón: ¡Claro! Es así porque ellos tienen territorio, población y mentalidad más amplios. En cambio, en la Argentina se aferran más a los cánones porque están europeizados...

Neustadt: Ahora, otra cosa. ¿Usted sabe que McNamara fue a Buenos Aires y pronunció un discurso en el que condicionaba los préstamos al control de la natalidad...?

Perón: ...cosas americanas. Si él cree que eso es un problema para la Argentina con 23 millones de habitantes, ¿Cuánto más lo será para EEUU con 200? ¿Y por qué ellos no limitan su natalidad?

Neustadt: Porque exportan la Libre Empresa. Pero no la aplican...

Perón: Vea, para mí esto es un disparate. Para que un país aplique métodos mathusianos tiene que hacerlo por convicción y no por imposición de un señor McNamara. Las razones económicas intervienen, pero la Argentina necesita más población y no tiene por qué limitar su natalidad. El problema hay que referirlo al mundo; éste tiene ahora 3.500 millones de habitantes y en el año 2.000 tendrá 6.000 millones; indudablemente que en un mundo superpoblado y superdesarrollado los problemas gravitarán sobre la alimentación y la materia prima. Y nadie tiene más que nuestros países latinoamericanos.

Neustadt: En la Argentina, muchos de sus partidarios hablan de su vuelta. Perdóneme, si hay algún dejo de irreverencia en el planteo; pero lo formulo desde el fondo más limpio de mi actitud analista. Usted tuvo todo; país, ejército, carisma, pueblo. Y no pudo desafiar a la historia y al prejuicio mental argentino, trayendo los restos de Rosas. Si no pudo volver muerto, ¡usted cree que dejarán entrar a un personaje vivo...?

Perón: (por única vez se le nubla la cara). –Las circunstancias del país decidirán... Ya veremos...

Neustadt: Fíjese; Rosas murió en Inglaterra; San Martín en Francia; Rivadavia e Cádiz, Bouchard, Mariano Moreno...

Perón: Sarmiento en el Paraguay... Parece que es una tradición (se ríe). Es un problema de incultura política. Normalmente, la gente dice: “¡Qué suerte tiene Francia que siempre que necesita un hombre, aparece!”. No es suerte: es cultura política. Del mismo modo siempre aparece un músico en Italia, por la cultura musical italiana. Y bien, pensando en todo eso, es que nosotros desde nuestro gobierno quisimos elevar esa cultura política, porque nos dábamos cuenta que el índice de cultura política argentina era muy bajo. Nos hicimos cargo de un país donde los ciudadanos no se interesaban por la cosa pública y la cosa pública es uno de coeficientes de salvación de los países. En mi concepto, el primer paso para elevar la cultura política es politizar el país. Por eso nosotros tratamos de politizarlo intensamente haciendo que cada uno se interesara por todos. Es decir, eso que ahora peregrinamente se descubre como “participación”. Ahora, cultura política no significa que haya 7 u 8 políticos muy sabios y varios millones de ignorantes. Lo que sirve es que el nivel medio de los ciudadanos eleve su cultura política; y entonces se solucionarán todos los problemas. Cuando los hombres del pueblo se ponen en una apatía generalizada, todo se vuelve peligroso; y eso es lo que está pasando en la República Argentina. ¿Por qué el pueblo se pone en esa situación? Porque no tiene confianza en sus dirigentes.

Neustadt: Usted tiene un ejemplo en nuestra juventud, tan mimética siempre, que grita por Hungría y Checoslovaquia, pero no por Formosa. O que está adormecida cuando estallan Francia, Méjico, Uruguay, Italia...

Perón: Bueno, los jóvenes estallan y estallan con razón. Ellos saben que actualmente se está forjando un mundo que ellos deberán sufrir o gozar. Y ven que los viejos les cierran el camino y no les dejan participar en la formación de ese mundo.

Neustadt: ¿Pero usted no cree que ahora tienen más participación que nunca?

Perón: Aparentemente, nada más. Y si no tome el proceso universitario argentino: tenían mucha más participación en 1918, cuando se hizo la reforma, que ahora.

Neustadt: Tanto como para que la Reforma se esté por hacer recién ahora en Francia.

Perón: Claro. Vea, el problema para mí es muy sencillo. Cuando termina el medioevo empiezan las empresas, las fábricas, la máquina. Se inicia el proceso de la liberación hombre–masa. A partir de ahí el hombre–masa fue poniendo la máquina a su servicio y liberándose de la antigua maestranza. Ahora empieza otro proceso: ya no se trata de la liberación del hombre–masa, sino también de la liberación hombre–cerebro. En este momento en el mundo no hay hombres. ¿Y por qué? Porque la Universidad no los ha sabido formar. Pero es que la Universidad está todavía en el siglo diecinueve, cuando debe formar hombres para el siglo veintiuno.

Neustadt: ¿Y a la Universidad después de la intervención en qué siglo se sitúa?

Perón: ¡Y, en el siglo dieciocho si usted quiere...! Pero vamos al fenómeno: ¿qué pasa con la Universidad del mundo en la actualidad? Hay un señor académico –al que en algunas partes se le pone gorrita con flecos o una sotana con puntillas- que llega al aula, saca de su portafolios un fajo de papeles amarillos y se los lee a los alumnos. ¡Hace veinte años que les está leyendo esos mismos papeles! Y ya nadie quiere saber nada de eso, porque en la televisión ya están más adelantados que ellos. Y entonces, lógicamente, la gente tiene que rebelarse contra ese academicismo inútil. Tanto que cuando a mí me dijeron que quemaron la Sorbona, yo dije “¡qué bien!”. “¿Pero, cómo qué bien?”, me preguntaron. Claro, dije, si esa es una universidad del siglo diecinueve. Más poder tiene, más nombre tiene, más conservadora es, más atrasada se queda. Había que quemar todo eso y hacer una cosa nueva. Caramba, ahora para qué quiere uno sesenta calculistas haciendo cálculos para un ingeniero con la posibilidad de que al final se equivoquen, si hay computadoras que le hacen ese cálculo en 6 minutos y no se equivoca. Entonces no tiene sentido seguir manteniendo a una Universidad que forma a esos calculistas y no a la gente necesaria para el siglo veintiuno.

Neustadt: ¿La Universidad argentina qué posibilidades de cambiar tiene actualmente?

Perón: La Universidad no es un compartimento estanco y no evolucionará hasta que no evoluciones toda la comunidad argentina. Cuando yo llegué al gobierno la reforma del 18 no se había cumplido en ninguna de sus partes. Los primeros manejos de los muchachos dentro de la Universidad son del año 47; nosotros pusimos en funcionamiento la reforma dando acceso y control en la parte que le correspondía al estudiantado. Eso era inédito en el país: el estudiante dejaba de ser un elemento inerte. Y esa es la famosa teoría del participacionismo.

Neustadt: Ellos no lo vieron así. Porque si hubo un sector al que usted tuvo que enfrentarse fue el estudiantado...

Perón: Ellos venían trabajados por otros sectores fuera de la Universidad. Venían con prejuicios, con preconceptos políticos, no universitarios. Y, claro, esos eran enemigos nuestros. Sin embargo, la Universidad nunca tuvo mayor autonomía que en nuestro tiempo.

Neustadt: General, ¿si usted tuviera que evaluar la situación argentina actual, en cuanto a peronismo y antiperonismo a través de las noticias que recibe por la gente que viene acá; cómo lo haría? ¿Hay más o menos peronistas?

Perón: Creo que ahora sólo hay peronistas, sino también pro–peronistas. Y no porque nosotros hayamos sido tan buenos, sino porque los que nos siguieron fueron tan malos que, a su lado, parecemos óptimos. Eso influye sobre el resquicio de imparcialidad que todo hombre tiene.

Neustadt: Hay gente que era furiosamente enemiga suya que ahora lo comprende y lo visita...

Perón: ¡Claro que sí! Porque nosotros no tratábamos de imponer sino de persuadir. Y para persuadir sólo se necesita tener razón. ¿Y no está demostrado que nosotros teníamos razón? ¿Nuestro gobierno acaso no significó 10 años de felicidad para el pueblo argentino? Hubo disconformes, no perjudicados. Disconformes porque el hombre es así. Nosotros tenemos la costumbre de llegar a una reunión y antes de todo decir: “¿De que se trata? Porque yo me opongo”. A esos nosotros no los matábamos; en nuestra época la gente moría en los hospitales.

Neustadt: Usted asegura que fue mayor la persecución que sufrió el peronismo que la que propició...

Perón: ¡Pero... natural, natural! Si yo les hubiera dado piedra libre a los muchachos nuestros... Todos los hechos que yo analizo liberan mi conciencia y la absuelven. No sé si nuestros enemigos podrán hacer lo mismo... En mi gobierno estuvimos bien; pudimos estar mejor; pero pudimos estar peor. Toda empresa se forma de aciertos y desaciertos. Es éxito cuando los aciertos son mayores que los desaciertos.

Neustadt: Pero el peronismo de 1968 no ofrece otra solución que la vuelta de Perón. Hablar de justicia social parece envejecido. ¿El peronismo se agotó?

Perón: Nosotros hemos fijado una ideología que es permanente; pero también hemos establecido una doctrina que es circunstancial, que no es permanente, que varía según las diferentes situaciones creadas y según las circunstancias en que esas situaciones se producen. Es claro que nuestra doctrina no es hoy la misma que en 1945 porque las formas de ejecución varían; pero la ideología en sí es la misma.

Neustadt: General, ¿si usted llegara hoy a Buenos Aires, y le dieran el sillón presidencial, usted podría resolver los problemas argentinos?

Perón: ¡Yo sí! No es nada del otro mundo; son los mismo problemas que se han vuelto a reproducir. En el fondo el problema argentino es lo que en Economía se llama una crisis estructural. ¿Y qué es esto? Hay un principio de Economía Política que dice que la prolongación de las crisis estructurales carcome las riquezas, fenómeno que se ha producido en la Argentina. Un ejemplo: en el año 64 el país exportaba un 20% de productos manufacturados, en su totalidad a América Latina y gracias a convenios bilaterales por los cuales los países latinoamericanos y Argentinas estaban obligados a comprarse y venderse mutuamente, pagándose en mercancías, no en dinero. Después esos convenios se rompieron, el país no compraba a quienes le compraban y estos países terminaron comprando a los EEUU con lo cual las exportaciones argentinas cesaron, pero no así las importaciones que eran necesarias. Basta un solo ejemplo, como decía Napoleón: la fábrica Siam hacía 10.000 heladeras al mes, por ejemplo, y vendía 5.000 en el país y 5.000 en el exterior. Las 5.000 del país se agotaban debido al alto poder adquisitivo del pueblo. Una vez destruidos los convenios se dejó de vender al exterior, bajó el poder adquisitivo y se dejó de vender en el país, los galpones se empezaron a abarrotar y esa fábrica que llegó al poderío en 70 años, adelgazó en 4 o 5. ¿Qué ha ocurrido? Estos señores llegan y se encuentran con una economía organizada en un país como el nuestro, en el que en esos momentos el 80% de la producción era para consumo interno y el 20% para exportar. Muy bien, al destruir el sistema financiero abrieron las puertas a la evasión de todos los capitales y las ganancias del año argentino; y al liberar los precios y provocar una inflación desenfrenada dejaron sin poder adquisitivo a la masa. En la época nuestra el comerciante ganaba de acuerdo al volumen de ventas y no al precio unitario porque el precio unitario estaba controlado, pero esto influía tremendamente en el consumo que era a través del cual el comerciante se hacía rico en poco tiempo. Estos señores destrozaron la estructura económica y la estructura financiera del país y no las reemplazaron con otras. De manera que la crisis no es ni una crisis estructural, sino que es una crisis por falta de estructuras. ¡Qué es diez veces peor! De manera que si esa es la causa de mal, el remedio es volver a una estructuración financiera y a una organización económica. Y esto en el país no existe. Allí cada uno anda suelto, a la que Dios le ligue, a los fraudes que pueda cometer, a las trampitas que pueda realizar. La corrupción ha invadido totalmente al país: claro, porque cuando no hay estructura la corrupción es lo que la reemplaza.

Neustadt: Eso pasa en el campo económico: ¿y en el campo gremial, partido en mil pedazos?

Perón: ¡Pasa exactamente lo mismo! El foco del problema está en el campo social porque están estrechamente vinculados, entonces también en éste faltan estructuras. Los dirigentes gremiales han sido adiestrados en la técnica sindical, pero no en el espíritu sindical. Esto no se puede improvisar. Nosotros recibimos comunistas, socialistas, etc., y les pasamos un barniz justicialista, pero en cuanto usted los rasca un poco aparece otra vez el de antes.

Neustadt: Pero el dirigente gremial de ahora es mejor que el de 1955.

Perón: Es más capaz, pero no más bueno, ¡cuidado! ¿Cuál es el fenómeno? El hombre desde los 6 hasta los 12 se forma, es decir, forma su subconsciente; después empieza uno a darle armas, armas a través de la sabiduría que es capaz de inculcarle. Si en esa etapa de formación del hombre uno ha formado un hombre malo, todas las armas que uno le dé a ese individuo las va a usar para que joda a sus semejantes; lo básico es tener un hombre bueno: a ese sí dele todas las armas, porque las va a usar a favor de sus semejantes. Para mí esa es la filosofía inicial en la cual hay que fundar al hombre. Y volvamos a lo de los dirigentes. Un dirigente ha venido luchando y peleando y nunca ha sido nada; de pronto lo nombran secretario general del gremio. Un gremio que tiene medios económicos fuertes. Entonces ya de entrada pasa a tener un escritorio, un buen sueldo, un aumento, una secretaria buena moza, quizá también. Y ese tipo que siempre ha sido un luchador ahora no quiere lolas; se agarra al escritorio y quiere quedarse, pero como él es un hombre que no tiene sino limitado predicamento –el que le ha dado su gremio– ahí ya se encuentra frente a sus primeras armas políticas...

Neustadt: Ahora, él juega siempre con la camiseta de Perón.

Perón: Sí, sí, juega con la camiseta de Perón, porque le conviene..., sino jugaría con cualquiera otra. Porque ya no es un luchador, entonces empieza a hacer su trenza, a buscar componendas con compañeros de otros gremios, se ayudan y forman un conglomerado gremial, que pesa más que un solo gremio. Así es como se hace el divisionismo. Así usted ve que hoy el sindicalismo argentino está dividido –consentidamente o no, porque en esto también interviene la dirección política– en varias partes. Están los Independientes, que son una trenza; dentro de esa Luz y Fuerza, que es otra trenza; la C.G.T. de Azopardo, que es otra trenza; la C.G.T. de Paseo Colón es otra trenza.

Neustadt: ¿Y cuál está más cerca de su pensamiento?

Perón: Ninguno de esos está en mi pensamiento porque creo que todo depende de la unidad en el campo sindical...

Neustadt: Pero todo eso es peronismo.

Perón: Sí. Sí. Indudablemente que sí. Y a mí me conviene tener un ala combatiente y otra complaciente. (Pero con cuatro alas) después las compagino con mi experiencia y las dejo así. Yo he establecido el movimiento peronista en base a un trípode: hay una rama sindical y una política que, para que haya más estabilidad, se divide en un ala masculina y otra femenina. Más las formaciones adyacentes que son excrecencias naturales de toda formación política. Ahí está: los dirigentes sindicales dependen de los políticos y viceversa. Porque para manejar se necesitan siempre dos riendas. Un sector que ataque y otro que contemple. ¿Por qué? Porque en política no hay nada estable, es el campo del desorden. Cuando usted gobierna en política debe acostumbrarse a manejar el desorden. Triunfa en política el que lo logra.

Neustadt: Usted dice que es un maestro en la conducción: entonces tendría que manejar a nuestro país en un desorden permanente...

Perón: Exactamente. Como tendrán que trabajar muchos años hasta que lleguen a organizar y ordenar.

Neustadt: Sin embargo, el país parece estar más ordenado ahora...

Perón: Parece, pero la procesión va por dentro. Todo político maneja el desorden y si no, no maneja.

Neustadt: Como De Gaulle, que es otro maestro.

Perón: Exacto. De Gaulle es un político aficionado, pero su verdadero oficio es el de conductor. Me podré equivocar en política pero no en conducción.

Neustadt: ¿Y usted?

Perón: Yo también soy un aficionado en política. Pero en conducción soy experto, he estudiado y no me equivoco. Y volviendo al tema; la Argentina tiene arreglo. Yo se la arreglo en dos años y en cuatro se la dejo funcionando cono en 1955. Con otras medidas, por supuesto. En política no hay reglas; hay que estudiar y saber que se trata de casos concretos a los que hay que tratar con métodos distintos en cada circunstancia. Y si un hombre no sabe resolverlos uno por uno es inútil que tenga sistemas, porque estos en política no existen.

Neustadt: Ahora quiero transmitirle una duda. Inmediatamente de sacarlo a usted, los sectores que lo hicieron se dividieron. Yo pienso que es porque no los unía una ideología. Y se me ocurre que si ahora se unieran todos los sectores, Balbín, Hardoy, Aramburu, Rojas, Frondizi, Perón, por nombrarlo a usted, en fin, todos, unidos podrían voltear a Onganía. Pero juntados por necesidad, no por una ideología...

Perón: Yo difícil... Es que una revolución no se puede improvisar, porque implica una preparación humana, una preparación técnica y la formación de los equipos necesarios porque la tarea de concebir puede ser centralizada pero la de realizar debe ser descentralizada. Una revolución como mínimo necesita dos o tres años de preparación; sin eso cualquier revolución va a fracasar. Es lo que les ha pasado a todos: fueron al gobierno a improvisar. El problema argentino es un problema simple: se necesita una etapa tranquila de gobierno administrativo para no empeorar la situación actual, que le dé tiempo a un grupo de hombres a que preparen la verdadera revolución. Necesitarán dos o tres años, con el apoyo del gobierno que esté circunstancialmente.

Neustadt: ¿Onganía podría ser el Farrel de su tiempo?

Perón: Lo que pasa es que él está entregado a influencias tan negativas que no puede hacer el gobierno de Farrel. Porque las cosas han cambiado.

Neustadt: Porque no tiene a Perón atrás quizás...

Perón: No, no es por eso, sino porque la situación de entonces era magnífica. Terminaba la guerra, no estaba la férula del imperialismo...

Neustadt: ¿No le faltará libretista a Onganía?

Perón: Sí, sí. La Argentina es un país de gran capacidad cultural; hay que encontrar los hombres capaces y llamarlos.

Neustadt: De acuerdo a las especificaciones que hace usted en su libro “La hora de los pueblos”, ¿dónde ubicaría usted al Gobierno de Onganía?

Perón: Está el FMI en la casa de gobierno; está en el Ministerio de Defensa, en el primer piso, un letrero grande que dice USA–Army; están los Boinas Verdes en el norte; están en las distintas comisiones asesora...

Neustadt: Y la acefalía de embajador norteamericano durante un año: ¿es una trampa?

Perón: Claro. Vea. Yo pienso que mientras la República Argentina siga bajo la férula del imperialismo yanqui, no tiene solución ni social, ni política, ni económica. Como no la tiene Brasil, Perú, Panamá, Bolivia, ni nadie. Porque si no borremos las fronteras y digamos: somos el 52º estado, el 53º estado de EEUU... Que nos ocupe directamente un ejército norteamericano y que lo paguen los yanquis. No nosotros.

Neustadt: Sin embargo, usted como hombre del Ejército, sabe que no hay revolución posible sin el Ejército, por más que los izquierdistas de salón opinen lo contrario. Una cosa es revolución en Bolivia, otra en Francia y otra en Argentina, y en Argentina no puede hacerse sin el Ejército.

Perón: Como buen descendiente de alemanes es racionalista. Usted busca razones, pero esas razones son sólo un pretexto. Aquí hay un plan elaborado en el Pentágono...

Neustadt: Pero con argentinos que lo sirven...

Perón: Claro, si esos planes sirven con todo el servilismo que hay dentro del continente.

Neustadt: Entonces a los argentinos no los compran: se venden.

Perón: Se venden y baratos. Ese plan consiste en atomizar la parte política hasta que nadie responde por el país y entonces le dan el poder a los militares. Así lo han hecho en Bolivia, Perú, Panamá, Santo domingo, Ecuador, Brasil, y así lo seguirán haciendo mientras no haya alguien que les corte el paso.

Neustadt: Pero, general, dentro de ese gobierno hay dos facciones, una...

Perón: Sí, sí, sí, una nacionalista y otra liberal. Una es cipaya y la otra es tonta.

Neustadt: Pero lo que yo quería decirle es que Onganía, me parece, está a favor de la nacionalista...

Perón: A él le pasa lo mismo que a los franceses, que tienen todos el corazón a la izquierda y el bolsillo a la derecha. Onganía tiene su corazón nacionalista, pero su estabilidad en el gobierno la tiene en el sector liberal. En Krieger Vasena que es un amanuense del FMI:

Neustadt: General, ¿y con China como anda...?

Perón: La República Popular China ha sido invitada al gran Congreso de Moscú de todos los partidos comunistas del mundo. Mao contestó con una carta en la que decía que China no iba a asistir por dos razones. La primera, porque no iba a convalidar con su presencia la ocupación de varios territorios por parte del imperialismo soviético. Y segundo porque es socialista y el Socialismo es una concepción ideológica para la liberación de los pueblos y de los hombres. Eso le demuestra que entre nacionalismo y socialismo no hay gran diferencia. Ellos son comunistas leninistas en China, pero internacionalmente son nacionalistas. Y nos han prometido toda la ayuda; pero como justicialistas, no como comunistas. Ellos nos respetan, pero exigen respeto, y es lógico. Si ellos quieren ser comunistas porqué los vamos a hacer variar por la fuerza. Y también mantenemos contactos con los norteamericanos, por qué no. El diálogo es fundamental y constructivo. Lo que hay que tener es la perspicacia suficiente para reconocer las malas intenciones de las buenas y en eso estamos...

Neustadt: ¿Pero cuál es su posición real frente a Onganía?

Perón: Las chirindas no van a contar conmigo.

Neustadt: Sin embargo, lo ubica a Ud. en una trinchera común, con radicales, Aramburu, acaso Vandor, Rojas... Perón...

Perón (riendo): Le repito: es muy difícil que Perón esté en esa trinchera... Yo creo que Onganía es un HEROE A LA FUERZA. Se necesita una etapa tranquila de gobierno administrativo. Que le dé tiempo a un grupo de hombres que prepare la verdadera Revolución. Se van a necesitar dos o tres años.

Neustadt: ¿Y usted jugará a favor de esa tranquilidad?

Perón (reaccionando vitalmente): ¿Y no lo hice ya... No dije apenas asumió Onganía, desensillar hasta que aclare...?

Neustadt: ¿Sigue manteniendo ese slogan martinfierrista...?

Perón: ¿La verdad? ... No sé... se ha perdido mucho tiempo...

Neustadt: Ud. hace transferencia. Siempre soñó, y tuvo nostalgia de que ejército y pueblo se junten.

Perón: Sí señor...

Neustadt: Y cuando aparece Onganía, de pronto se despierta en Ud. la esperanza. Es un jefe...

Perón: Tiene razón... Si este gobierno cumple apoyaremos sin reserva. Y si no cumple lo atacaremos sin reserva... Todo lo haremos con prudencia. Detesto las chirinadas... Quiero al país. Créame. Todos los conatos dañaron al país. No, no me cuenten en la idea torpe de perturbar la Argentina... Siento nostalgias. Pero no tuve nunca sueños dañinos...


Perón: ¿la vida por Onganía?

Eran las 9 de la mañana. Perón había ya caminado sus 5 kilómetros diarios. Me impresionó su estado físico. Recordó con gran memoria que tres meses atrás no había podido concretarse la entrevista porque tuvo que viajar a Torremolinos, y después, sonriendo, agregó: “Si el año pasado visitaron España 70.000 argentinos, más de 35.000 o me vieron o quisieron verme. Muchos llaman por teléfono; atiende mi secretario, López Rega, y le piden la entrevista de modo casi dramático: ‘Dígale al general que hice 14.000 Km. Para verlo’... ¡Mentira!... Vienen a España entren de turismo, y como están en Madrid quieren ver al “fenómeno” (sonríe largamente, sus ojos se entrecierran). No tiene un solo dejo español en el acento de su voz. Al contrario; mucho lunfardo y de vez en cuando se le escapa un c... El inmovilismo del exilio le acentuó su formación ideológica. “Los libros de mi biblioteca son leídos y marcados. Yo, más que leer, estudio un libro... Véalo, no es una biblioteca de simulación intelectual...” Recuerda; recuerda mucho. Cuando le dijo a Robustiano Patrón Costas –“era amigo”– que no aceptara su candidatura a presidente de la República en 1943. “No me hizo caso, y vino la Revolución... Me acuerdo de Adrián C. Escobar, de Ramón Cárcano, de Joaquín Anchorena, que entraba con su galerita al Departamento de Trabajo... Eran conservadores inteligentes; se daban cuenta de lo que se venía... Comprendieron...”

Mientras hablamos, a lo lejos llega el sonido del tecleo de una máquina de escribir. “Es Isabelita, que contesta las cartas. Me ayuda mucho.”

Perón da la sensación de que ni se imagina o no evalúa el “odio” que pudo despertar en un sector argentino.

“No di respuesta al atropello del 55 porque no quería un reguero de sangre... Eso nunca lo comprenderán. Por supuesto, si hubiera adivinado cómo iban a manejar el país... no hubiera sido tan fácil desprenderse de mí... Pero estaban los carcamanes... ¿Para qué vamos a hablar de persecuciones? Fíjese que Olivieri, un traidor, fue a la cárcel, y el pobre general Valle fue a una tumba... Mida usted los castigos y diga quién persigue más a quién...”

Cuenta que para lograr un equilibrio que no le fomente las grandes expectativas, ni lo suma en depresiones, acudió al yoga. “Soy un general pacifista; un león hervíboro...”, acota. Le preguntamos qué le pareció el acto de voluntad de Onganía al invertir el proceso revolucionario, eligiendo él sus comandantes al relevar a Alvarez, Julio Alsogaray y Benigno Varela: “Bueno...; ya se lo dije. Onganía es un jefe. Desde el punto de vista militar, su acto es irreprochable. Pero Onagnía manda; y eso puede funcionar en el ejército; mandar es obligar. Conducir es persuadir... ¿Comprende?”.

Tiene una especie de obsesión con una frase: “el hombre bueno...”. Rogelio Frigerio acababa de estar con él . “Es un hombre bueno. Nunca me defraudó... ¿Pactos? Ya no firma más pactos. Escucho. Acuerdo. Discrepo. Pactos, no. Frigerio cree que hay que ayudar a revisar el proceso económico que es ENAJENANTE. Tiene razón. Cree que Onganía puede ser el eje de una g4ran salida nacional. A lo mejor... En fin, hablamos mucho, como siempre que me visita. Yo fui tan claumniado que jamás concibo que dicen de Frigerio. Para mí es un hombre bueno, un gran amigo. Le regalé un bastón...” Insistimos. ¿Entonces, general, un acuerdo en torno a la figura de Onganía, entre usted y Frigerio, no existe?... Ahora clava toda su picardía en la sonrisa: “¿Usted quiere que yo dé la vida por Onganía?...”.

También Onassis “es un hombre bueno”. Explica: “Cuando él tuvo un problema en Panamá, y yo era presidente de la Nación, le ofrecimos ayudarlo, matriculando sus barcos en la Argentina... Solucionó su diferencia y no necesitó del país. Una lástima. Hombres como Onassis le harían bien a la Argentina... Es muy inteligente. Fiero Petiso, pero lleno de bondad. Da bondad. Yo creo que Jacqueline se casó con él por dos motivos: 1º) por huir de los Estados Unidos, donde era prisionera de la obligación de ser estatua; 2º) Más que por amor, se casó por cariño. Onassis ampara y da bondad... Cuando yo llegué a Madrid, él me llamó desde Gibraltar, y fue parco y claro: ‘Mire, general –me dijo–, todo lo mío está a su disposición. Cualquier cosa que usted necesite...’. No necesité nada. Pero nunca olvidé el gesto...”

Hablamos del Che Guevara. ¿Lo hubiera usted nombrado ministro?... Medita brevemente: “Guevara era un hombre muy útil. Fue lástima que él entrara en el destiempo con la Argentina del peronismo. Hubiéramos andado muy bien. Una Gran Muerte. Peleó como y donde sabía... Para darse cuenta de la importancia de su diario de Bolivia, hay primero que leer el libro de Ricardo Rojo. Si no lo leen a Rojo, nadie entenderá nada del diario...”.

Evoca el día que lo rescataron de Martín García. Ya en la Casa de Gobierno, el general Farrell le prometió convocar elecciones. “Bueno, presidente, me alegra mucho que por fin hayan comprendido. Veremos si gana la Unión democrática o los muchachos... me voy a casa...”. Y entonces Perón cuenta que Farrell lo tomó del brazo y casi espantado le gritó: “¡Pero como se va a ir así, dejándome todo este lío en la plaza (17 de octubre). No. Usted es un vivo. Salga al balcón y cálmelos...”.

No le gustan los melenudos (Los Beatles), pero sí la música Ye Ye. Añora a Boca. “¿Cómo anda la Ciudad Deportiva? –inquiere. ¿Vio? Cuando se hacen cosas serias el país responde... ¿Y Rattin, qué tal?... ¡Qué mal papel hicimos en las olimpíadas!...”.

No lo conoce a Franco. “Nunca lo vi...”, dice con toda sinceridad.

De pronto ingresan Angostinello (“7 Días”) y Patricio Colombo (“Confirmado”). El primero, un periodista joven (23 años), despierta la viva simpatía de Perón. Le pide una nota total de cómo vive. Perón sonríe: “Cómo no, mi hijo...; no soy un misterio...”.

Ya es tarde. Hemos pasado cuatro horas y media junto a un Perón que es historia. Lo que no significa juicio de valor, sino realidad. El se va al cine: “Voy a ver ‘El feo, el malo y el bueno’. No me gusta el cine que me hace pensar... Ya pienso demasiado...”.

A esa misma hora, en la Argentina las versiones lo ubicaron a Perón en Punta del este. Mientras él se introduce en el cine de la Bellas Artes, sobre Madrid empieza a caer un nuevo invierno, lluvioso pero alegre. Como toda España.


Al volver a Buenos Aires

Al volver a Buenos Aires y recoger información muy precisa sobre el presupuesto acuerdo Onganía-Perón, las conclusiones son éstas: 1º) Pacto no existe, conociendo al presidente; 2º) lo que sí hay es lo que en términos militares se conoce como “enlace de doctrina”; esto es, Perón y Onganía coinciden en que sobre la base de viejos dirigentes no puede fabricarse un país nuevo; 3º) ni Onganía tiene vocación persecutoria del peronismo ni Perón inventará chirinadas ni juegos extraños contra Onganía; 4º) Frigerio en su entrevista no pactó nada; simplemente expuso, encontrando franco eco, su idea; apoyo a la revolución, guerra a la conducción económica; 5º) Perón sublimó la independencia de Luz y Fuerza, al ocuparse específicamente de ese gremio, mientras a los otros los agrupó en conjunto; 6º) el peronismo no participará en ninguna provocación al gobierno, y la muerte de Jerónimo Remorino apaga todos los fuegos que pudieron encenderse. Por ahora...
Bernardo Neustadt

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Si desea enviar un mensaje a Bernardo Neustadt puede hacerlo escribiendo a bernardo.neustadt@gmail.com

domingo, 1 de marzo de 1970

ENTREVISTA A JORGE ANTONIO - 1968

REVISTA EXTRA - AÑO IV - Nº 35 - JUNIO 1968
¿JORGE ANTONIO PIENSA COMO PERON?
Entrevista a Jorge Antonio

Acusado, jamás justificado, amarrado a la impiadosa etiqueta de la “inmoralidad económica”, criticado denodadamente aun “por los que recibieron favores de su mano”, Jorge Antonio sigue transformado en el “PRIMER HOMBRE DE PERON”. Pero ¿piensa como Perón? Son dos mentalidades distintas, dos edades diferentes, dos actitudes. Unidos sí, entrañablemente en una serie de razones, de ideas, de afectos. Desunidos acaso, en los procedimientos, en la elección de hombres, sin que esto afecte la propiedad privada de una amistad inalterable. Atrapado por la vida en Madrid, admitió Jorge Antonio entregarse al diálogo con EXTRA. A ratos, agresivo. Esto resultó:

Extra: ¿Qué le falta para ser feliz?

Jorge Antonio: Vivir en mi país.

Extra: ¿Cuál es o ha sido su peor enemigo?

Antonio: Lo ha sido y lo es, todo aquel que por cualquier causa haya cooperado a la entrega y estancamiento de mi país en lo político, en lo económico o en lo social.

Extra: ¿Cuál ha sido o es su mejor amigo?

Antonio: Señalar a uno sería injusto para con los demás.

Extra: ¿De qué está Ud. arrepentido en su vida?

Antonio: De nada. Ni siquiera de haber desoído a los que me aconsejaban invertir en el exterior o a los que me anticipaban lo que sucedería al presentarme espontáneamente a la justicia. Unos y otros acertaron en sus previsiones, pero no puedo estar arrepentido puesto que de repetirse las situaciones volvería a obrar de la misma manera. Un hombre puede tener algo más que sentido práctico.

Extra: ¿Qué fue lo que quiso ser y no pudo? ¿O lo que quiso hacer y no pudo?

Antonio: Quise ser médico y no pude. Esta es mi ambición hasta mis 24 y 25 años. Quise contribuir a la verdadera independencia de mi país y ésta aún no se ha logrado.

Extra: ¿Cuál fue el momento de su mayor tristeza o depresión?

Antonio: El día en que nos detuvieron en Río de Janeiro, al intentar llegar a la Argentina con el general Perón. Entonces comprobé una vez más la intervención extranjera en los asuntos internos de mi país, y la falta de grandeza de los gobernantes de ese momento.

Extra: ¿Y el de su mayor alegría?

Antonio: Al dejar a mis espaldas las prisiones de Ushuaia y Río Gallegos. Para mí supuso el triunfo de la verdad sobre la injusticia impuesta y mantenida sólo por los que no me entendieron o no les convino entenderme. Pretendíamos hacer un país nuevo, grande, libre y parece que eso aún está prohibido.

Extra: ¿Qué piensa hoy de Perón?

Antonio: Que la grandeza de su permanente actuación se ha visto verificada con el paso del tiempo, aunque en la Casa Rosada no se encuentre su busto, Perón es historia.

Extra: En una palabra califíqueme si puede “el exilio”.

Antonio: Es como estar enterrado vivo.

Extra: ¿Por qué teniendo 4 hijos Ud. adoptó 7 más?

Antonio: Tuve la ocasión de hacerlo y pude así conseguir para ellos lo que por una u otra razón el destino les había negado.

Extra: ¿Se siente Mecenas?

Antonio: No. Me siento humano.

Extra: ¿Cómo son los argentinos que viajan?

Antonio: Inquietos. Con ciertos complejos que tratan de esconder tras una apariencia de gente de mundo. Con cierto temor de hacer el ridículo. Todo ello debe considerarse más en su valor que en contra.

Extra: ¿Cree Ud. en la frase "la vida por Perón"?

Antonio: He visto a más de uno hacerla efectiva, pero creo que esos nunca la pronunciaron. Los que la proclaman ruidosamente es como "perro que ladra..."

Extra: ¿Qué le diría a los peronistas jóvenes que no conocieron el sistema?

Antonio: Que estudien, que se informen, que apliquen los principios de la lógica y de la razón, basados en la realidad y no en las anécdotas. De la comparación obtendrán conocimientos de cómo se quiere, se defiende y se vive por la Patria.

Extra: ¿Qué siente Ud. cuando alguno comenta que "Antonio se llevó la plata de la Argentina”?

Antonio: Simplemente desprecio. Los más que hacen este tipo de comentarios cuidan bien que sus capitales estén bien seguros en el exterior, a costa de mermar a la Argentina sus recursos productivos.

Extra: ¿Le gustaría ser presidente de la Argentina?

Antonio: No

Extra: Nombre 10 figuras mundiales que son sus amigos o sus fuertes conocidos.

Antonio: El nombrarlos sería una falsa jactancia.

Extra: ¿Ud. no es jactancioso...?

Antonio: Yo no. ¿Y Ud.?

Extra: Dígame, ¿de qué vive hoy...?

Antonio: Como siempre, de mi trabajo.

Extra: ¿Los argentinos que pasan por Madrid le vienen a pedir cosas?

Antonio: Algunos sí. La mayoría no.

Extra: ¿Cuáles fueron los tres errores esenciales del peronismo?

Antonio: Hay que considerar al peronismo como doctrina y como sistema. Si se refiere a los tres errores por los que el sistema no continúa en el poder, la falta de ideólogos y doctrinarios en las tareas de gobierno, haber ignorado a los enemigos del país que realizaban sus turbios manejos en el exterior ayudados por sus servidores en el interior y haber pensado que bastaba gobernar con el pueblo y para el pueblo para mantener el sistema.

Extra: ¿Le tiene miedo a la muerte?

Antonio: De ninguna manera. No es más que una etapa de la vida.

Extra: Si tuviera el poder en la Argentina, ¿a quién castigaría?

Antonio: A aquellos que de una u otra forma pusieron en peligro la integridad de la Patria. Sin embargo, yo soy más partidario del premio que del castigo, y premiaría a todo argentino que se destacara en actividades de tipo científico, técnico o artístico, contribuyendo de esa manera al engrandecimiento de la Argentina.

Extra: Deme sus juicios de valor sobre las siguientes personas: Frondizi, Frigerio.

Antonio: Mi opinión coincide con la del resto del país.

Extra: Illia.

Antonio: Un hombre sin ninguna grandeza al que el azar colocó en la presidencia. Declaraciones en el extranjero, como recientemente en EE.UU., lo demuestran.

Extra: Onganía.

Antonio: Un militar correcto, bien intencionado, mal asesorado. No se puede gobernar sin doctrina, sin planificación, sin el pueblo. En una palabra, lo que no debe hacer un gobernante es improvisar.

Extra: General López.

Antonio: Un correcto subalterno del general Onganía, y creo que el único que ha cumplido con él al pie de la letra todas sus instrucciones al menos hasta el presente.

Extra: Alvaro Alsogaray.

Antonio: Dios ha dado a nuestro país grandes y virtuosos hombres. El General San Martín, Moreno, Belgrano, el General Mosconi, Roca, Perón, dos premio Nobel; no debemos quejarnos de que nos castigue con algo.

Extra: Krieger.

Antonio: Es el artífice de la enagenación de nuestra Patria. ¿Cuál cree que puede ser mi opinión?

Extra: ¿Espera algo más de la vida?

Antonio: Poder darle a mi país todo lo productivo de ella. Esa es la forma de quedar conforme conmigo mismo.

Extra: El peronismo puede ser reivindicado política e históricamente. Pero el juicio sobre Ud. sigue incambiable. Duro. Terminante. ¿Por qué cree que es objeto de tanta reprobación ilevantable?

Antonio: Es necesario ubicarme en el contexto. Desde 1946 a 1955 la Argentina se empeño en romper su estructura colonial basada en la especialización internacional del trabajo, para encarar una industrialización acelerada. Se partía prácticamente de cero, pues no existían ni los capitales empresariales disponibles para la aventura del desarrollo, ni menos aún los empresarios. Pero las condiciones propicias creadas por el gobierno peronista -créditos industriales, cambios diferenciales y decidido proteccionismo- permitieron improvisar empresas y empresarios en vasta escala. Unos crearon una pequeña industria y se limitaron a conservarla. Otros, a disfrutar de los ingresos. Más de uno, a adquirir la extensión del campo exigida por la promoción social. Pero hubo en cambio quienes advirtieron que se podía ir más allá, que las condiciones propicias para las pequeñas empresas lo eran también para las grandes. Los primeros eran aspirantes a rentistas disfrazados de empresarios, los otros, verdaderos empresarios dispuestos a continuar trabajando quince horas por día, reinvirtieron las ganancias y asumiendo cada vez riesgos mayores. ¿Jugadores? ¿Visionarios? Como se les quiera llamar. Pueden perder todo o ganar mucho. Yo no me atrevo a afirmar que trabajando quince horas diarias haya sido el que más trabajó, ni que jugando siempre todo a un ambicioso proyecto, haya sido el más audaz, ni que el resultado haya dependido menos de la suerte que de la inteligencia empleada. Pero objetivamente, en ese proceso de transformación de las estructuras coloniales, concluí desempeñando un rol de protagonista principal. ¿Qué si conté con ayuda oficial? Por supuesto. ¿Pero cómo se podía negar aliento a quien proponía la instalación de la más moderna fábrica de camiones o de tractores o de motores o de material ferroviario, como empresas auténticamente nacionales y no como sucursales foráneas? Si se prestaba el apoyo oficial a la más insignificante manufactura, si se brindaba crédito, cambios preferenciales y protección absoluta a la fabricación de inodoros, ¿cómo no se iba a alentar la promoción de industrias básicas para el desarrollo nacional?

Extra: Con eso no contesta el fondo...

Antonio: Ya va... Los restos de las viejas estructuras se desquitaron en 1955. Y no fueron blandos, por que los viejos países practican los buenos modales en el interior, pero no son sentimentales cuando se trata de defender sus posiciones coloniales. Castigan duramente, no tanto para hacer daño, como para escarmentar al resto. De ahí los fusilamientos. Vivo, por la simple razón de que tenían reservado algo peor: la lenta podredumbre en la fría y húmeda ratonera de Ushuaia. Sería el ejemplo viviente para la reeducación de los argentinos. En contraste con ese buen ejemplo de los sumisos sirvientes del extranjero, que en lugar de crear empresas nacionales ayudan a transferir las ya existentes, nuevos arquetipos de la argentinidad laureados con los elogios de los banqueros de Wall Street, con la confianza de los patrones de la City, con el visto bueno de esos funcionarios de gruesas asentaderas que regentean los organismos internacionales dominados por las grandes potencias. ¿Qué prefieren los jóvenes argentinos? Un camino va hacia Ushuaia, el otro lleva al ministerio de Economía.

Extra: Así parece recitar Ud. una lección de anti-imperialismo...

Antonio: Puede ser. Agréguele el buen caldo de cultivo de una burguesía propensa al resentimiento. En Estados Unidos los grandes nombres coinciden con grandes fortunas hechas "desde abajo". El honor está en haber partido de la nada, en contar con ese antecedente de "chico de los mandados" que recuerda con orgullo más de un protagonista del colosal desarrollo económico norteamericano. En la Argentina todavía no ha sido superada una sociedad que tiene bien el parasitismo del rico heredero, que desprecia al que ha partido de nada y que llegado el caso disimula, como una lacra, un modesto origen. No era sin duda la que podía entristecerse por la persecución de que fui objeto.

Extra: Busquemos un culpable...

Antonio: La razón de ser de nuestro subdesarrollo está allí, en la mentalidad de una burguesía que se enriqueció sin esfuerzo y que impuso sus pautas a toda la sociedad. A ella debemos la frustración de ese destino de potencia mundial que se nos asignaba a fines del siglo pasado, tan en contraste con la triste condición colonial de hoy. Son los que en la educación de sus hijos ponen hoy todo el énfasis en el perfecto inglés. La niña podrá conchavarse como secretaria del último patán que una empresa internacional destinará a la más lejana de sus sucursales. El hijo aspirará a la asesoría, desde donde apuntará al ministerio de Economía, que es el cargo más alto que hoy puede dispensar la gran empresa internacional a sus dóciles servidores.

Extra: ¡Por favor...! Vamos a los hechos...

Antonio: ¿Por qué no iban a consentir lo que consintieron? Creo que estoy autorizado a referirme a las "interdicciones". En principio, debían caer sobre todas las grandes y medianas empresas creadas a partir de 1946, puesto que se trataba de demoler lo construido. Las pocas que eran extranjeras fueron salvadas por la intervención de embajadores y cónsules. Yo no contaba con embajador ni cónsul. Tuve propuestas de grandes abogados extranjeros, capaces de movilizar embajadores y cónsules y las rechacé. De la historia, lo que interesa es el resultado. Todas las empresas que había creado y en las que el extranjero sólo participaba minoritariamente y con aportes de capital definitivos, son ahora extranjeras. Los autores de esa traición al país se denominan "libertadores" y el procedimiento "recuperación patrimonial de la Nación". Es un hecho objetivo que cada argentino está en condiciones de juzgar. Si me hubiera limitado a ser comisionista de empresas extranjeras, nada hubiera sucedido ni a aquéllas ni a mí.

Extra: ¿Cuál es su posición frente al actual gobierno?

Antonio: No son los hombres, sino sus actos, los que interesa juzgar. Ni siquiera las intenciones, que aun siendo buenas pueden empedrar el camino de la desintegración nacional. Desde 1955 el país se ha estancado y los únicos progresos se anotan en el haber de un extranjero que ya comienza a actuar como dueño del país. Trece años de programas llamados de estabilización, basados en la asfixia financiera interna y en la devaluación externa, han servido para destruir el capital industrial auténticamente nacional y para forzar la transferencia de las empresas, en condiciones ruinosas, a favor del extranjero. Todo esto, acompañado de una letanía sobre la grandeza nacional permanentemente contradicha por los actos efectivos.

Extra: ¿Ud. es anticapital extranjero?

Antonio: No albergo xenofobia ni me opongo a toda inversión extranjera. Es una cuestión de límites, de dosificación, lo que convierte a un remedio en un veneno. Permítame una imagen. No es reprochable que un padre pretenda casar a su hija con un buen partido. Pero no es lo mismo obligarle a alquilarse por horas al mejor postor, con el pretexto de que al fin de cuentas se trata de la misma cosa. Esto es prostituir y la política de colonización a que ha sido sometido el país no es sino lo mismo. Admitir la útil cooperación extranjera no es brindarle el dominio de la economía nacional, ni competir a nuestras empresas tras el castigo de la asfixia financiera, de la contracción del mercado y de la devaluación a entregarse por nada al postor extranjero. Hay tratante de países, como hay tratantes de blancas. La única diferencia es que los primeros aspiran además a los honores públicos y a la gratitud nacional.

Extra: Si Ud. tuviera el poder, ¿qué haría?

Antonio: He entregado a la imprenta un libro en el que pretendo diferenciar lo que va de una política económica nacional, a una política de desnacionalización económica. Sé que tampoco se me perdonará esa insolencia, como no se me perdonó la del empresario afortunado. No me he licenciado ni en Cambridge ni en Oxford, ningún colegio norteamericano me ha brindado un título de master en economía, no he prestado servicios ni en CEPAL ni en el Banco Mundial, no he sido representante de ninguna gran empresa internacional. Carezco pues de cualquiera de los títulos que permiten actualmente alcanzar el prestigio de economista y la jerarquía de ministro del ramo. Pero es muy difícil programar, dar vida y dirigir una docena de grandes empresas sin aprender algo de desarrollo económico y sin advertir qué es lo que sirve a la grandeza nacional y qué a su vasallaje. Allí encontrará mi respuesta a su última pregunta. La de un simple argentino que creyó, en serio, en el gran destino nacional.
Bernardo Neustadt

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ENTREVISTA A OSCAR BONAVENA - 1968

REVISTA EXTRA - AÑO IV - Nº 38 - SEPTIEMBRE 1968
BONAVENA HABLA COMO NUNCA
Entrevista a Oscar “Ringo” Bonavena
EXTRA llevó a Oscar "Ringo" Bonavena a una mesa redonda sobre la juventud argentina y, durante dos horas, él estuvo en silencio mientras otros hablaban. Sin embargo, al final, sorpresivamente, tomó la palabra y se extendió en un monólogo que duró veinte minutos y se prolongó luego a la calle, a solas, con un redactor de la revista. Ese monólogo, grabado, está aquí letra por letra. En alguna medida confirma las palabras de Vicente Forte cuando dijo de Bonavena que era un “nuevo Martín Fierro”. Tanta es la “cencia popular” que Ringo es capaz de derramar y contagiar. Habla de todo lo que lo rodea y demuestra que la vida sólo exige un requisito: la autenticidad. Eso se aprende aquí.

“¿Gente joven quién es? ¿Yo soy joven? ¡Yo soy un viejo! Yo no sé que le ven de joven a mi generación. ¿Qué es lo que es joven? ¿Usar minifalda? Para ser joven uno debiera tener experiencia, y la experiencia llega de viejo. Es un peine que te dan cuando te quedaste pelado. Yo no creo que seamos jóvenes. Yo, para mí, soy un viejo. Y no porque tenga experiencia. No, me siento viejo... no sé ni lo que quiero. La juventud de ahora tampoco sabe lo que quiere. ¿Qué es saber lo que querés? ¿Llegar a una meta? Y bueno, si es eso, entonces uno entra en la facultad y en vez de hacer revoluciones y andar fumando por la calle -porque acá chillamos contra Norteamérica pero si no tenemos un Master’s en el bolsillo nos morimos- hay que estudiar y recibirse. Dejarse de Mao Tsé Tung y que sé yo. No se reciben, no laburan y hablan de Mao Tsé Tung.

"Yo no entiendo a la gente joven. ¿Cuál es? ¿Qué yo no me siento joven porque llegué? Y, sí, llegué, pero... ¿qué? Además la gente de mi edad no quería ni quiere que yo llegue. Y en todos los terrenos es lo mismo. ¿Con qué vienen? Los doctores, por ejemplo. Yo tengo... cien doctores amigos y todos se tiran uno contra otro. ¿Sabés cómo se tiran? Que no, que éste esto, que aquél lo otro, que éste trabaja en la Municipalidad, que aquél trabaja allá... y así. La gente no quiere que yo llegue porque dice que soy fanfa. ¿Por qué fanfa? ¿Porqué digo que voy a ganar? Ahora, si yo digo que voy a perder y que... bueno... en fin, si me ganan mala suerte. Entonces, sí, soy un buen muchacho. ¡Pero no le doy de morfar a mi vieja! Prefiero decir que lo voy a matar al tipo (que no lo mato, que es mentira, lo digo de grupo) y darle de morfar a mi vieja. Yo conozco un tipo que habla del hermano -“que lo voy acompañar aquí a mi hermano, que lo voy a ayudar allá”-, pero ¡porqué ese hermano está arriba! ¡A los dos “muertos” que están abajo no los voy a nombrar nunca! ¿Y eso es un buen hermano? Sin embargo, todos dicen que es un señor. Pero vos agarrá su historia; tiene cinco o seis hermanos, todos de la misma profesión que él, y nombra solamente al que va bien; a los “muertos”, no (seguramente se refiere a Goyo Peralta).

"Y así todos. Aquí solamente se nombra a los próceres. A mí me preguntan quién es el mejor boxeador del mundo y yo digo Accavallo. Pero vos le preguntás a cualquiera y te dice Cassius Clay. ¡Pero si nunca lo vieron pelear! No lo vi pelear yo... lo vi por televisión, ¿cómo voy a decir Cassius Clay? ¿Por lo que leo? ¿Cómo voy a creer por lo que leo?... Después, por ejemplo, a muchos les preguntás: ¿vos creés en esto? ¿Creés que podés hacer aquello? Y te dicen: “Y... no, yo no creo”. Y les preguntás: ¿Y en Jesús creés? “¡Ah, sí! ¡En Dios, sí!” ¡Pero si no lo vieron! Yo tenía como ídolo a Rocky Marciano, otro puede tener a Rattin, a Palito Ortega, a Justo Suárez, que sé yo... así te puedo nombrar a muchos. Y el otro día le pregunto a una señora quién es su ídolo ¿y sabés qué me dice? ¿sabés quién? ¡Jesús! ¿Y por qué? le pregunto. “Y...porque se hizo matar.” ¡Pero para eso yo me hago matar mañana mismo a ver si soy ídolo! Por eso pregunto si el Che Guevara es ídolo. Era un loco que buscaba lo suyo, nada más. Yo también busco lo mío: ser campeón del mundo, cazar plata y vivir bien. A mí me dicen que soy ídolo. Yo no creo ser ídolo; creo ser popular. Pero no creo que ningún muchacho de mi edad quiera ser como yo. El ídolo es humilde y sencillo. Y yo no soy ni humilde ni sencillo. Yo no soy derrotado... porque el humilde es derrotado. La modestia es vanidad. Mirá, un tipo pregunta a otro: “¿Así que tenés un Mercedes Benz?” “Y... sí, más o menos”... “¿Así que tenés un Mercedes Benz?” y yo te contesto de otra manera: “Sí, gracias a Dios tengo un Mercedes Benz”. Ves cuál es la diferencia. Si yo te dijera: “Sí, como dije antes yo peleé por todo el mundo, conocí muchos países, me compré varias casas” sería vanidoso. ¿A vos qué te interesa eso? Lo mismo que el otro día, viene un tipo y me dice, “que tal Ringo, cómo va, dónde va a pelear”. “Y... no sé, le digo, quizás en EEUU, no sé” le contesto. Y me dice: “¡Ah! Justamente yo tengo una hija becada para EEUU”. ¡Y a mí qué me importa! ¿Ves lo que te digo? Siempre quieren ser más que vos. Es la envidia. ¿Vos podés creer que la gente silbe a los que corren con Torino? Es un coche argentino y lo silban ¿vos podés creer?

"Esto que te digo pasa con todo. Vos venís conmigo y yo te presento como el doctor Fulano de Tal te dice: “¡Ah, el doctor! ¿Qué tal? ¿Cómo le va? Encantado, póngase cómodo”. ¿Qué me vienen con esas cosas raras a mí? Yo voy con el doctor Paladino y un amigo y presento “un amigo, el Pato”, no pasa nada; y digo “y este es el doctor Paladino” y empiezan: “¡Ah, el doctor!” ¿No es una persona igual que el otro, acaso? ¡A mí me da bronca! Yo estoy continuamente en eso. Por eso al que viene con “hola Ringo qué hacés” y me entra a palmear y abrazar me lo saco de encima ¡fuera!, ¡fuera! Por eso soy fanfa. Porque hay cosas que no puedo tolerar. Hay tipos que me dicen: “Hola, Bonavena, siéntese, coma algo”. ¡Si cuando yo no tenía un mango no me daban de comer! ¿Por qué me quieren dar de comer ahora? Si yo una vez pisé un pucho y me quemé el pie. Tenía un agujero así en el zapato. Y ahora que tengo mosca, todos me invitan. No hay caso: tanto tenés, tanto valés.

"Tanto tenés, tanto valés. Cuando perdí con Jimmy Ellis se abrieron todos y me quedé solo. Cuando gané a Mildelberger el presidente me mandó un telegrama; cuando perdí no se acordó. Hasta gente que yo creí que era amiga mía desapareció. Todo el periodismo, todos. Cuando alguien se acercaba era para buscar pretextos: “No hiciste lo que te dijimos...” ¿Y qué me pueden enseñar a mí? ¿Se creen que es como el fútbol que uno se cansa y le pasa la pelota a otro? ¿A quién le paso la pelota yo arriba del ring?

"Te dicen: “Vamos, Ringo, vamos a ganar”. ¿Qué vamos? ¿Qué vamos?, si el que pone la cara soy yo. Vas a ganar, tendrían que decir. Si suena la campana y yo me quedo solo ahí arriba. Vivimos de grupo, viejo. Hay que seguir un camino y llegar a lo que uno quiere. Yo ya a algo llegué, pero ahora quisiera hacer otras cosas. A veces tengo bronca de no haber estudiado (aunque no pude, claro). Si hubiera estudiado podría hablar de muchas cosas que no entiendo. A veces quisiera no ser Bonavena, poder hacer las cosas que hace cualquier muchacho, vos, por ejemplo. Yo vivo bien, ya estoy cubierto para todo el viaje: ahora quisiera dejar el boxeo ya y empezar a hacer otras cosas. Mirá que yo lo que me gusta lo aprendo, no soy ningún bruto, por más que la gente lo diga. A mí me importa lo que dice la gente; hago como que no, pero me importa. Lo que pasa es que yo tuve que hacerme una imagen de malo. Pero era la única manera de conseguir peleas. Yo en 1963 me fui a EEUU sin un mango, y dos cosos me agarraron y me hicieron firmar un papel y hacer peleas. Ganaba 10 dólares y los mandaba para acá porque mi mujer estaba por tener la nena. Después vine para acá y tuve que decir que los iba a matar a todos para que alguien me llevara el apunte y me diera alguna pelea. Ahora estoy bien y trato de hacer todo lo que siento.

"Por eso grabé un disco: no tengo nada de voz, pero me gusta cantar. Por eso voy a correr el Gran Premio si se hace: porque hago lo que siento. Yo no tengo amantes; pero porque no lo siento. Lo que siento lo hago y lo que no, no. Ahora quisiera hacer algo nuevo. Siento que podría hacer muchas cosas.

"Yo puedo aprender muchas cosas. Y me gusta enterarme de todo. Saber. Por eso, flaco, ahora que estamos solos, explicame: ¿cómo ves vos al país? ¿Qué pasa en la Argentina?
Bernardo Neustadt

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ENTREVISTA A ANTONIO OLIVEIRA DE SALAZAR - 1968

REVISTA EXTRA - AÑO IV - Nº 35 - JUNIO 1968
40 AÑOS EN EL PODER
Entrevista a Antonio Oliveira de Salazar

Entre 1910 y 1926, Portugal tuvo 8 presidentes de la República, y de todos ellos, UNO SOLO, cumplió con le mandato constitucional. En esos 16 años hubo 44 ministerios, con una duración media de cuatro meses cada gobierno. Un gabinete duró 12 horas. Otros, llegaron a 8, 11, 19, 23 y 32 días. En un Portugal individualista, así de conturbado, surge a la luz pública un experto economista, Antonio Oliveira de Salazar, nacido el 28 de abril de 1889 –tiene ahora 79 años- en una pequeña aldea, Vimieiro. Hijo de unos modestos agricultores, Antonio y María do Resgate Salazar-, desde la Universidad de Coimbra, asiste al penoso proceso de desmembración de la conciencia nacional portuguesa. Entonces decide ingresar al Centro Académico de la Democracia Cristiana, para tener una vitrina ideológica. En 1914 se gradúa en derecho; en 1917, obtiene el cargo de, profesor ayudante. En 1921 es elegido diputado católico en el Parlamento, y 5 años después, se produce la revolución que encabeza el mariscal Gomes da Costa. Lo llama a Oliveira Salazar y lo designa ministro de Hacienda. Dicta una orientación; exige una severa disciplina administrativa. Las condiciones son muy duras y entonces su programa no es aceptado íntegramente. Renuncia. Dos mese estuvo en la función; Oliveira Salazar juega al TODO o NADA. Portugal sigue a los tropiezos; en abril de 1928 –ahora se cumplieron 40 años- es nuevamente convocado a gobernar; entonces exige como condición la aplicación integral de un plan económico y de una reforma total de la estructura jurídico-político que albergaba el caos portugués.

Desde entonces, el profesor Oliveira Salazar gobierna, ampara, conduce a Portugal. Por su puesto ha recibido todos los motes propios de “los gobiernos que ponen orden en la casa” y rompen con el viejo sistema liberal. A Salazar se le dice desde Dictador hasta Totalitario, y se le aplican “ismos” con que el mundo de la etiqueta fácil suele descalificar el resultado de una obra.

Para encontrarse con esa realidad, Extra estuvo en Lisboa exactamente el día que el profesor Oliveira Salazar –ahora presidente del Consejo del Gobierno- cumplía 40 años de PODER-PODER. Nunca había recibido a un periodista argentino, ni sudamericano. Además, hace ya tiempo que prefiere los largos silencios y la meditación al escaparate. Desde esa suerte de retraimiento, gobierna un Portugal sano, brioso, que se permite además el lujo de inmenso de mantener provincias africanas, en un ideal estado de convivencia, y donde el “natural” se siente totalmente portugués. 8 millones de almas en unos 160.000 km. cuadrados de Portugal, y 15 millones en Angola, Mozambique, Guinea, Macao, saben que el nombre de Oliveira Salazar, significa orden, estabilidad, progreso sin gritos.


“Renuncié a la emoción”

Durante 70 minutos Extra conversó con Oliveira Salazar, un obstinado célibe, de cuya soledad, misticismo y honestidad, hay pruebas concluyentes. Este fue el diálogo:

Antonio de Oliveira Salazar: ¿Qué les pasa a los argentinos...? ¡Qué lástima!...

Extra: Estamos buscándonos por dentro... Revisando nuestro estilo de vida. Como Uds. en 1928.

Oliveira Salazar: Yo recuerdo que por el año 1930, los pocos argentinos que llegaban a Lisboa se mostraban tan orgullosos del país que hasta me aseguraban que “la Argentina hacía llover cuando quería...” Y en los últimos años, los argentinos que pasan por aquí, sólo se quejan... se quejan... ¡Qué lástima!

Extra: Hemos tenido 7 presidentes en 22 años. Más de 200 ministros...

Oliveira Salazar: Claro, la continuidad es muy importante. Pero, además, los pueblos de América y los países del sur de Europa no pueden darse el lujo –creo yo- de vivir en una democracia representativa liberal parlamentaria. Porque tenemos mucha pasión. Y la pasión escinde. Desordena. Impide construir. Tuve que renunciar a la emoción para gobernar... No puedo evanecerme, puesto que no realicé todo lo que deseaba... Pero ejecuté lo suficiente para que no se pueda decir que fallé en mi misión. No siento, pues, la amargura de los que merecida o inmerecidamente no vieron coronados sus esfuerzos y maldicen a los hombres y a la suerte. Ni siquiera me acuerdo de haber recibido ofensas que me lleven a ser menos justo. Por el contrario; en este país donde tan a la ligera se aprecia y desprecian los hombres públicos, gozo del raro privilegio del respeto general... PUDE SERVIR...

Extra: Sin embargo hay gente que sostiene que tras 40 años de gobierno, Portugal pudo crecer más...

Oliveira Salazar: En política lo que valen son los resultados. El dirigente tiene que calcular la cantidad de ideal que soporta lo real y la dosis de libertad compatible con la salvaguardia de la autoridad y el mantenimiento del orden. Cuando llegué al Poder podía haber enajenado la nación con pedir préstamos al exterior. Un gran proceso de industrialización rápido, urgente y equivocado... No... De ningún modo; Portugal tenía que optar entre ESTAR MEJOR y SER MEJOR. Prefirió SER MEJOR...

Extra: Hemos visto mujeres y hombres de larga edad torcidos, sobre los hermosos campos, en minifundios marcados por el tiempo. Sin asistencia técnica casi... ¿Es un problema económico, educacional?

Oliveira Salazar:: Es un problema sentimental. Nacieron allí. Trabajaron así... Los estamos convenciendo de que acepten por lo menos las Cooperativas para unirse allí, adquirir maquinaria y cambiar el método. ¿Pero usted cree que a mí, realmente me puede halagar que la gente se sienta esclava de la tierra, encorvada por la vida...? Una vez yo tenía un campo similar al de un vecino. Igual dimensión, igual cultivo. Lo quise cambiar. Entonces él me contestó: “NO SEÑOR DOCTOR... Yo sé que es igual que el suyo... Pero aquí yo venía cuando tenía 8 años con mi abuelo y la cabra... No lo puedo trocar...”

Extra: ¿Lo asusta la transformación?

Oliveira Salazar: (riendo mucho, mucho...) No me conoce usted. No quiero hacer pagar a mi país el precio caro de las transformaciones cuyo valor está todavía a demostrar... Por ejemplo, creo que en ese error incurrió la Argentina; seguí el proceso de Perón que parecía interesante, pero que se desvió. Llevar a un país de estructura agrícola – ganadera sin más ni más a un proceso industrial sin transición es peligroso y ruinoso...

Extra: ¿Entonces usted qué hizo al encontrarse en el Poder?

Oliveira Salazar: Me encontré con un país desordenado y endeudado. Sin fervor. Primero, como le dije, no volver a recurrir al crédito internacional sin sentido. Resolví que el camino más indicado si queríamos Seguir siendo PORTUGAL, era el que adoptan los católicos a la hora de la cuaresma: AYUNAR. Crecer demasiado pronto hubiera sido tentar al fracaso demasiado rápido. El estado no debe ser señor de la riqueza nacional, ni colocarse en condiciones de ser corrompido por ella. Para ser árbitro supremo de todos los intereses, es preciso no dejarse maniatar por ninguno de ellos... Sin cerrar los ojos a las enseñanzas que otras formas de organización traen como remedio, consideré como saludable para el cuerpo social un margen amplio concedido a la iniciativa privada y hasta a la competencia, siempre que EL ESTADO MANTENGA LA POSICION DE ARBITRO SUPREMO ENTRE LOS INTERESES EN JUEGO. Hubo que poner mano dura. No lo niego. Pero en circunstancias así, cada uno procura bastarse a sí mismo y es inútil en las economías que tienen la agresividad enfermiza de la miseria, encontrar fórmulas de colaboración amistosa...

Extra: ¿Qué es el socialismo de Estado?

Oliveira Salazar: Es un régimen burgués por excelencia. La moneda es una medida delicada, destinada a servir y no a dominar...

Extra: Según usted, la democracia representativa parlamentaria es contraindicada para países de América y sur de Europa. ¿Por qué?

Oliveira Salazar: Porque tienen muchos Jefes. Mucha deliberación. Escaso resultado. Aquí la Asamblea Nacional funciona 3 veces al año. Nada más. Los ministros no van a su seno, sino a las comisiones. No queremos discursos espectaculares y ataques indiscriminados para “salir en los diarios”. Somos un país pequeño con problemas serios y no podemos abrir frentes de debilidad con el sólo fin de proclamar que “jugamos a la democracia”.

Extra: A su juicio, ¿cómo hay que crecer?

Oliveira Salazar: Con inteligencia. Ustedes los argentinos, por ejemplo, deberían crecer desde el campo hacia la industria, elaborando al pie de los trigales los productos manufacturados. Y no intentar aventuras.

Extra: Pero en un mundo tecnológico, urgido, eso significa no ya crecer despacio, sino estancarse...

Oliveira Salazar: Le insisto; hay que elegir ESTAR MEJOR O SER MEJOR...

Extra: ¿Me permite que le cuente una anécdota que puede afectarlo?

Oliveira Salazar: Como no...

Extra: Los otros días en Coimbra, concurrí a visitar una República de Estudiantes. En el cuarto de uno de ellos, estaba inscripta en la pared una frase suya: “Sin el consentimiento del pueblo no se puede gobernar un minuto... Salazar”. Debajo de ella el ocupante de la habitación había escrito en rojo vivo: ENTONCES PORQUE NO SE VA...

Oliveira Salazar: (con una extraña y larga sonrisa que le nacía en los ojos ampliaba las comisuras de los labios). Sí... me imagino. A ese joven universitario usted le pregunta: ¿Lo quiere a Salazar? Le contesta: NO. Pero le pregunta: ¿Y a quién quiere? Y él no sabe. La juventud del mundo sabe TODO LO QUE NO QUIERE. En eso coincide. Pero no sabe lo qué quiere... Ellos forman EL PARTIDO DE LOS QUE NO QUIEREN PARTIDOS.

Extra: ¿Cómo ve usted desde su balcón el problema de la Sorbona, del fragor de lo que hoy vive París...?

Oliveira Salazar: Con mucha preocupación. Le aseguro. Puede ser un polvorín. Creo que mi buen amigo De Gaulle tras decir las palabras justas fue cediendo. Y eso es muy peligroso. Fíjese; en Europa hay un gran jefe: De Gaulle. Pero como tiene resentimientos inolvidables contra EEUU y con Inglaterra, cada vez que habla, siempre rosa de paso a sus adversarios.
Esto no, esto no, esto no... Me hace acordar al chico de Coimbra; sabe lo que no quiere... Si De Gaulle invirtiera los términos y empezara a sazonar lo positivo...

Extra: Justamente hablando de crecimiento, España se desarrolla vertiginosamente y no como es su gusto, profesor...

Oliveira Salazar: Nosotros y España somos dos hermanos, con casa separada. Tan vecinos que podemos hablarnos desde los balcones, pero seguramente más amigos por ser independientes y celosos de nuestra autonomía. Miro con alegría el esfuerzo español. Su progreso. Me acuerdo que al término de la guerra mundial, cuando España fue prácticamente BOYCOTEADA por casi todos los países, solo dos naciones permanecieron a su lado; dejando sus embajadores y siguiendo las relaciones comerciales: la Argentina y Portugal. Hoy –recién hoy- todos admiran la labor de Franco... En fin... Pero le digo también que el crecer como España supone un riesgo; despersonalizarse. Esto no invalida mi admiración...

Extra: Permítame otra irreverencia; aquí en Portugal se practica abiertamente la Censura de Prensa...

Oliveira Salazar: Es extraño que usted no nos llamó “incivilizados” por eso. Le quiero aclarar; existe Censura previa, pero no se practica. Después de tantos años, los periodistas ya saben lo que NO DAÑA A LA NACION. No podíamos permitirnos, le repito, “el lujo de la libertad”. A veces cuando leo algún editorial, se queja de una censura previa que solo figura en las normas, llamo a los periodistas y le propongo: suprimo la norma de censura previa, pero ordenamos el secuestro de toda publicación que atente contra seguridad del país y de sus instituciones. Entonces todos saltan y dicen: “¡NO... Preferimos el actual estado de las cosas...!” Es que hay que saber vivir en libertad con responsabilidad.

Extra: Otra cosa que molesta “AL MUNDO” es que Portugal insista en mantener la autoridad sobre Angola, Mozambique, Macao...

Oliveira Salazar: ¿Al mundo? No. A los intereses del ExtraÑO MUNDO... Angola, Mozambique, Guinea, Macao, son provincias portuguesas, de notable identificación. De estupenda convivencia. La mala información norteamericana lleva a confundir las cosas. Es raro que un país que no logra que el seno de su sociedad pueda integrarse pretos y blancos, intenten en el Africa que los pretos se autogobiernen, en una actitud que llamó demagógica e irresponsable. Piden la libertad fuera de sus límites, pero tiene problemas raciales insolubles dentro de sus fronteras. Y no sé realmente si un día no nos levantamos y estamos ante una guerra civil en EEUU.

Extra: ¿Sostiene usted entonces que los países del Africa no se pueden autogobernar?

Oliveira Salazar: Así es...

Extra: Pero, ¿cuándo podrán?

Oliveira Salazar: Es un problema de siglos. Dentro de 300 a 500 años... Mientras tanto tendrán que ir participando del proceso... Llámelo a eso neocolonialismo o como quiera, si la palabra está agotada...

Extra: ¿Y mientras tanto cuánto tiempo más podrá Portugal soportar la guerra terrorista...?

Oliveira Salazar: Indefinidamente. Es apenas en la frontera y son mercenarios. Nos cuesta 6 millones de contos que salen íntegramente del presupuesto natural... de mayores ingresos...

Extra: Pero la juventud que tiene que ir allí se queja...

Oliveira Salazar: Extraño. Porque una estadística prueba que se afirma el sentimiento nacional. Y que el 40% de los que retornan a Portugal tras cumplir la exigencia militar, vuelven a instalarse en Luanda, o en Mozambique... Conocen el país integralmente y aprenden a amarlo... Porque defenderlo es amarlo...

Extra: Le quiero hacer una pregunta difícil... Complicada...

Oliveira Salazar: Ya sé; como tengo 79 años, muchos preguntan qué va a ocurrir e Portugal cuando yo no esté... Pues nada. Respetando las instituciones creadas, no pasará nada. El Presidente de la Nación designará un nuevo Presidente del Consejo de Gabinete...

Extra: ¿Pero hay quién lo pueda suceder?

Oliveira Salazar: Hay figuras insospechadas...

Extra: Hágame nombres. Porque sino habría que buscar a Diógenes y su linterna...

Oliveira Salazar: (amplia risa). No. No hará falta... Lo único es que habrá que tener paciencia al principio y DARLE PLAZO PARA GOBERNAR. No apurarse... Darle tiempo...

Extra: ¿Qué le pediría usted a la Argentina...?

Oliveira Salazar: Que nos conociera un poco más... Conocernos, conocernos...

Extra: Nosotros también buscamos un estilo de vida o un sistema...

Oliveira Salazar: Sí, pero no hable usted de corporativismo en su país que lo van a acusar de facista... Este traje portugués a lo mejor no le queda bien al país, pero algunas experiencias que tenemos para administrar y conducir, pueden ser dignas de estudio... Aquí los intereses de los más están representados; tenemos una Cámara Política, la Asamblea Nacional y una cámara de carácter eminentemente social que es la Cámara Corporativa. Aquí no falta ningún sector de interés. Empresarios, obreros, profesionales, técnicos, profesores universitarios. Tan mal no nos ha ido; el analfabetismo que era de un 70% en 1928 fue anulado totalmente en cuanto a la población con edad escolar; el producto bruto nacional se elevó en un 65% en los últimos 10 años; la producción industrial subió de 9 millones de contos, en 1938, a 50 millones de contos en 1967; la tasa de producción de electricidad pasó de 187 millones klw/hora en 1926 a 5.200 klw/hora en 1967. La organización mundial de la Salud ha felicitado a Portugal por su capacidad sanitaria; se cuadriplicaron las escuelas primarias. Liceos universidades, en Portugal, en Angola y en Mozambique, son otras pruebas innegables de que hemos trabajado en un tiempo en que se habla mucho, todo parece depender de los subsidios y ayuda técnicas y esto lo hemos hecho SOLOS.

Extra: Ustedes tienen relaciones diplomáticas y comerciales con Cuba...

Oliveira Salazar: Eso no puede causar extrañeza. Si Estados Unidos obligado a desempeñar casi un papel de Gendarme Mundial, aboga y practica una política de acercamiento de relaciones comerciales y hasta de auxilio a países del bloque socialista; no veo yo que Cuba amenace más la seguridad del Hemisferio Occidental más de lo que la amenaza Rusia... Yo veo que la República Arabe Unida o Ghana, hostilizan públicamente a EEUU y, sin embargo, no cesan de recibir ayuda. Washington tiene una política muy extraña.

Extra: Por fin, profesor Salazar, ¿prevé o favorece usted algunas mudanzas en el sistema político portugués para los próximos años?

Oliveira Salazar: 40 años no es nada en la vida de un pueblo. Nada... Sin embargo, hemos avanzado. ¿Sabe lo que pasa? Hoy ya no hay grandes partidos; HAY PATRULLAS POLITICAS por un lado y por el otro, ESTADOS MAYORES POLITICOS sin fuerzas importantes que lo sigan... Hay mucha gente sedienta de cambio. Todos podrían unirse, pero sólo lo hacen para la subversión. No podrían gobernar un minuto. No se puede ser liberal y socialista al mismo tiempo. Además, frente al orden ofrecen el caos... Esta experiencia es la que mejor se ajustó a nuestro modo de ser. Claro; hubo errores, injusticias, deficiencias, atrasos, abusos; todo eso lo podemos admitir, porque nada es bastante para destruir el valor de la comparación. El orden, la tranquilidad pública, el crecimiento educacional y cultural, el prestigio, la cohesión nacional, todo eso, aceptamos, que con otras personas se hubiesen podido conseguir; CON OTROS PRINCIPIOS, NO. Lo que está indicado no es volver al desorden parlamentario y a la debilidad de los gobiernos. No es destruir la experiencia que se acreditó por su eficacia, sino renovarla en personas y métodos, pero proseguir... El liberalismo económico murió. Y nosotros somos por tanto, libres de tener una organización. Fuimos hacia la organización corporativa. Y nos dio la síntesis deseable de los intereses. Sustituimos la lucha de clases. En fin... El Poder cansa, gasta, disgusta a los que lo soportan, incluso cuando no hay razón. Son como los enfermos; volviéndose al lecho, siguen con los mismos dolores, pero les parece que están mejor... Yo siempre he sido refractario a mudar por mudar. Comprendo las impaciencias o las necesidades políticas, para cuya creación, NO DESEO CONTRIBUIR. El inmovilismo es terrible; pero cambiar el orden por el caos, es peor. Estoy siempre preparado para partir; no digo sin disgusto, pero sí, sin desilusiones...

Bernardo Neustadt

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