miércoles, 1 de julio de 1981

ENTREVISTA AL GENERAL ROBERTO VIOLA - 1981

REVISTA EXTRA - AÑO XVII - Nº 193 - JULIO 1981
ENTREVISTA AL GENERAL ROBERTO VIOLA

Hace muchos años, uno de los argentinos más ilustres, don Carlos Pellegrini, asumía un calificativo que se prolongó en la historia: piloto de tormenta. Los rastreadores de revistas viejas recuerdan algún dibujo a pluma del prócer en el cual empuña el timón de la bisoña nave de la República. Un término náutico selló así su paso -augusto en su inteligencia, majestuoso en su andar- que, a caballo de dos siglos, marcó tres décadas de nuestra organización. Mucho tiempo después, una Argentina distinta, castigada por cincuenta años de vacilación y desencuentro, obliga a recurrir al lenguaje marino para definir uno de los períodos más complejos de su marcha. La conmoción del cambio ha provocado la tempestad, el ímpetu de los vientos golpea las estructuras de la reorganización. En nuestra búsqueda encontramos la acepción que parece precisar el momento histórico: el ojo de la tempestad, título de esta nota, significa -Diccionario mediante- la rotura de las nubes que cubren el vértice de los ciclones, por la cual puede verse el azul del cielo. Más allá de pensar que se trata de un acierto periodístico creemos que determina, sin vestiduras rasgadas, una circunstancia real, en nada agravada por el dramatismo de las palabras elegidas. Integran esta nota de tapa un reportaje exclusivo al presidente de la Nación y un comentario -a la vez retrospectivo y futuro- que pretende echar un poco de luz sobre la estrategia política del Proceso.

Extra: No hablemos del mes de octubre, fecha en la cual usted fue designado presidente de la Nación por la Junta Militar. Avancemos hasta dos meses antes de la asunción, cuando ya se perfilaban públicamente las dificultades económicas. ¿Pensó usted por entonces que la crisis sería tan profunda como aparece hoy?

General Roberto Viola: Entiendo que la forma en que usted me hace la pregunta me exige darle una opinión previa. La palabra crisis se utiliza hoy en día para muchas cosas y, subjetivamente, no siempre le asignamos el mismo contenido. Yo quiero aclararle que, desde un cierto punto de vista, todas las situaciones de cambio son de por sí de crisis. Además, quisiera compartir con usted y los lectores de su revista una reflexión de Ortega y Gasset que recuerdo haber leído en momento menos ajetreados. Ortega sostiene en algún pasaje de su interesante obra que los contemporáneos de la crisis viven siempre la propia como si fuera la mayor de todas. Este concepto es sabio porque nos enseña a no dramatizar ni a preocuparnos más de la cuenta. De lo contrario nos sumergimos en una mar de lamentaciones que ahoga nuestra capacidad de análisis y nos impide reacciones adecuadamente lúcidas. Yendo directamente a su interrogante le recuerdo que en mi primer discurso al país repetí más de una vez que "conozco la situación nacional y sé de sus problemas". Un conocimiento que no se circunscribe en el tiempo, al momento en que fui designado presidente de la Nación, sino que se extiende mas allá, abarcando toda mi gestión como jefe del Estado Mayor General del Ejército y como comandante en jefe del arma, cargos desde los cuales participé activamente -en el marco de mis responsabilidades específicas- en la gestación y desarrollo del Proceso que hoy me toca conducir en circunstancias particularmente complejas. De esa manera, puedo afirmar que he vivido en plenitud todas las alternativas por las que ha pasado la economía nacional y he tomado conocimiento -con adecuada profundidad- de la evolución de cada uno de los factores que han influido sobre su desarrollo. Ello me ha permitido -obviamente- evaluar el sentido y la profundidad de la situación global en cada una de las circunstancias vividas por el Proceso de Reorganización Nacional.

Extra: Si bien el Proceso, como lo han declarado sus responsables, tiene objetivos y no plazos, el señor presidente sabe que en economía la marcha tiene su propio calendario, muchas veces perentorio. ¿Cómo encara usted estas "urgencias" respecto de la "permanencia" de los mecanismos o, aún, de los hombres, teniendo en cuenta los problemas que se han presentado?

Viola: Encaro las urgencias como lo que son y con las premuras que resultan menester; pero sin comprometer mi serenidad de examen y análisis, porque otro estado de ánimo por parte del titular del Poder Ejecutivo puede llegar a ser más peligroso que la situación misma. La permanencia de los mecanismos y aun de los hombres -como usted dice- son, en política, en más de un sentido, un valor en sí mismo, porque orientan y favorecen la estabilidad y el sosiego colectivo y porque, como es lógico, ningún mecanismo, y ningún hombre, opera sobre la realidad instantáneamente. Pero no tenga duda de que todo y cada uno de los problemas nacionales de la hora pasan por el meridiano de la responsabilidad que he asumido. Y no vacilo en hacer pública mi decisión de enfrentar cada situación particular por grave que ésta fuera, recurriendo a todos los instrumentos de gobierno de que dispongo.

Extra: La mayoría de los analistas observa que las actuales complicaciones son políticas, devienen de la política, más allá de la importancia y de la incidencia de la economía. Si así lo considera, ¿estima, señor presidente, que pueden "atacarse" las dos vertientes al mismo tiempo o, por lo contrario, los cronogramas para enfocarlas deben ser distintos, no obstante la estrecha relación entre ambas?

Viola: Estoy de acuerdo respecto de la solución general de los problemas argentinos exige una respuesta política capaz de articular creativamente las discrepancias y las pujas sectoriales. De allí la necesidad y justificación histórica del Proceso de Reorganización Nacional. Pero suponer que puedan plantearse prioridades o alternancias entre las respuestas económicas y las políticas es un error porque consiste en querer ver la realidad en forma fracturada. Eso puede ser útil como metodología intelectual de análisis pero nunca como indicador para la acción plenaria del gobernar, que es práctica y tan rica como la realidad misma. Yo se aseguro que cada instante de la vida institucional de un país tiene su expresión específica en cada uno de los ámbitos de la vida nacional, en una estrecha y compleja interrelación que no puede dejar de ser considerada en el análisis y en la acción consecuente.

Extra: Es cierto que los partidos políticos han reconocido la legitimidad del Proceso de Reorganización Nacional. Es cierto, también, que por muchas razones -por ejemplo, la suspensión de las actividades partidarias y la falta de creatividad eventualmente imputables a ellos y al Gobierno- sus actuales estructuras no diferirían casi nada de la realidad política de 1976. ¿Cómo cree, señor presidente, que se puede enfrentar la presunta contradicción de este planteo y la que puede surgir del llamado a la convergencia nacional que formuló en su último mensaje?.

Viola: La Argentina ha vivido y viene viviendo una experiencia histórica que le ha enseñado muchas cosas. Hemos aprendido todos: los empresarios, los obreros, los profesionales, los militares y los políticos también. Mi llamado al entendimiento de los argentinos es un llamamiento esperanzado en que los viejos errores no nos sigan impidiendo enfrentar el porvenir. Pero ése no es sólo un llamamiento del presidente de la Nación, es el llamado de las autoridades del Proceso a lo largo de todas sus instancias. Con él, estoy seguro, estamos de acuerdo todos los argentinos de bien. Por eso no será un llamamiento en vano y estoy seguro que dará sus frutos, por encima de la mediocridad, el derrotismo, la mezquindad y el facilismo. Por eso estoy seguro, en suma, que cada etapa del Proceso en su marcha hacia la democracia estable a que aspiramos requiere una efectiva convergencia de los distintos protagonistas de la sociedad argentina, cualquiera sean las circunstancias jurídicas y políticas que vivan sus instituciones.
Bernardo Neustadt

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ENTREVISTA A EMILIO EDUARDO MASSERA - 1981

REVISTA EXTRA - AÑO XVII - Nº 193 - JULIO 1981
¿QUÉ QUIERE MASSERA?
Entrevista a Emilio Eduardo Massera

Fue miembro de la Junta Militar que encabezó el Proceso en marzo de 1976. Se llama Emilio Eduardo Massera y se ha transformado en una de las figuras más polémicas y dinámicas de los tiempos que corren. Su notoria actitud crítica frente al desarrollo de un nuevo ciclo histórico, que él mismo contribuyó a generar, lo ubica en una especial posición dentro del escenario político.

Extra: Comencemos por el urticante tema económico. Usted ha declarado en varias oportunidades -y trascendió que lo hizo también cuando era miembro de la Junta Militar- que no está conforme con la marcha del país. En el terreno económico y considerando el nada halagüeño balance que hizo Sigaut sobre la gestión pasada, ¿piensa que deben modificarse no sólo la instrumentación del programa sino también las bases filosóficas que lo inspiraron?

Emilio Eduardo Massera: Muchas veces he dicho que las bases filosóficas que inspiraron el Proceso, comenzado en marzo de 1976, eran suficientemente claras como para permitir edificar sobre ellas un país dentro del cual todos podríamos desarrollarnos armoniosamente; mal podría ahora afirmar que es la filosofía del Proceso lo que ha fallado: lo que falló fue la fórmula política concreta para plasmarla y el divorcio entre estas bases y el programa económico, agravado luego con su contradictoria instrumentación. De no haber mediado la soberbia y falta de permeabilidad a las críticas bien orientadas podrían haberse dado los pasos necesarios para corregir algunos acontecimientos en lo político y por consiguiente en lo económico, y otros serían los resultados.

Extra: Usted ocupó el cargo más alto en la orientación del Proceso que afirmó -y afirma- que no hay plazos sino objetivos. ¿Estima que estos objetivos deben ser cumplidos íntegramente o -frente al carácter utópico de tal premisa- bastará con que ellos se encarrilen?

Massera: En mi respuesta anterior debe encontrar la explicación satisfactoria; pero ampliándola le diré que no creo para nada en el carácter utópico de los objetivos del Proceso. Siempre es posible conseguir aquello que permite dar a un país el destino que se merece. Para ello los responsables de la conducción debe obrar inteligentemente, lo que sobre todas las cosas significa reconocer los errores. Por supuesto esto requiere una gran dosis de humildad. Es posible conseguir penetrar en la idiosincracia de sus habitantes y en sus reales y legítimas apetencias, pero ello no implica un tiempo indefinido sino más bien una idea clara acerca de los caminos que se quieren seguir y de los ideales colectivos a los cuales debe arribarse. La Argentina es un país excepcional; se merece, pues, un destino excepcional. Creo que estamos a tiempo para encarrilar los medios que permitan nuestra realización. No hay contradicción alguna en lo que he afirmado siempre, pero lamentablemente cada día que pasa seguimos perdiendo terreno, seguimos sembrando escepticismo, seguimos equivocándonos de rumbo. Hace tiempo que conozco lo inútil de ciertas reflexiones negativas, de tal manera le digo, como argentino, que luchar es lo único que queda junto a la esperanza de que estamos a tiempo.

Extra: ¿Se ha visto obligado a replantear algunos de sus pensamientos políticos frente a la experiencia vivida desde marzo de 1976 y -fundamentalmente- como "hombre de gobierno"?

Massera: Naturalmente. La vida nos enseña que a menudo es preciso replantear no sólo pensamientos sino circunstancias que hacen al vivir diario. Sin embargo le diré que en lo fundamental me he mantenido fiel a lo que creía en 1976; he tratado de cumplirlo y hacerlo cumplir cuando formaba parte de la Junta Militar y ahora como ciudadano muy interesado en el logro de ideales que satisfagan a la colectividad.

Extra: Hace unos meses usted expresó que tenemos que empezar a preguntarnos "qué país somos, qué país queremos y cómo podemos obrar para alcanzarlo". Habida cuenta de que han transcurrido cinco años del Proceso, ¿podría estimarse que ese lapso ha sido más que prudencial para dar forma a los interrogantes que usted propone? ¿Cuál serían las primeras medidas que debería tomar la conducción política para lograrlo?

Massera: Cinco años son un lapso importante no sólo para el transcurso de los problemas individuales sino también para las vicisitudes de la vida de la sociedad; aun considerando que los males argentinos venían de larga data y era de suponer que tomaría tiempo corregirlos. Por eso, si afirmara que en cinco años los problemas argentinos podrían haber tenido una salida satisfactoria, eso no variaría el hecho de que en algunas cosas estamos a fojas cero; en otra, a media marcha, y el resto en una contramarcha total. Tampoco sirve lamentarse, de ahí que es preferible que le explique cuáles serían las medidas que tomaría personalmente en la conducción política para lograrlos: escuchar con voluntad de diálogo a todos los sectores nacionales y lograr una convocatoria o al menos sentar las bases de una especie de credo alrededor del cual converjan la mayor cantidad de opiniones posibles.

Extra: La suspensión de la actividad política provocó el congelamiento de las autoridades orgánicas en todos los partidos. La gente comenta "siempre están los mismos". ¿Cree necesario una reorganización profunda de los partidos desde la renovación de los padrones partidarios?

Massera: Sí. Creo necesaria la reorganización de los partidos, no porque descrea de la capacidad de sus actuales dirigentes sino porque en todos los órdenes de la vida argentina es preciso dar oportunidad a los representantes de otras generaciones, dar paso a otras ideas, verificar las estructuras tradicionales.

Extra: Se oye hablar de un movimiento de opinión que "acompañará" la gestión del Proceso, fundamentalmente en su fase final. ¿Cuál es su juicio al respecto?

Massera: Si eso se refiere a la formación de un partido oficialista le digo que no. En primer lugar porque el Proceso no puede confundirse exclusivamente con una praxis y, además, por que aunque los principios del Proceso sean compartidos por un movimiento de opinión es muy posible que éste tenga cabida en los grandes partidos políticos ya formados a los que pudieran formarse, sin que se tiñan con un matiz de oficialismo siempre contraproducente.

Extra: El ejercicio del gobierno -constitucional o no- provoca un natural desgaste. Frente al actual proceso, ¿piensa usted que las Fuerzas Armadas -cada vez con mayor énfasis- deben procurar la participación civil?

Massera: Admito el desgaste que provoca el ejercicio del gobierno y no lo deseo para las Fuerzas Armadas. Pero no es ése el motivo por el cual debe procurarse la participación civil, sino porque la antinomia civiles - militares es perniciosa y absurda. Civiles y militares somos todos argentinos, de tal manera que debe procurarse la participación de los primeros, no en virtud del desgaste de los militares, sino porque unos y otros deben trabajar juntos para el bien del país. Ambas perspectivas son diferentes pero complementarias. En su conjunción está la clave, no en su competencia, como sectores interesados pretenden.

Extra: ¿El almirante Massera es un hombre ambicioso?

Massera: Yo creo que todos los argentinos debemos ser ambiciosos si lo que se trata es del bien común de nuestro país. ¿Acaso todos no queremos progresar en el trabajo?, ¿que nuestra mujer y nuestros hijos vivan mejor?, qué nuestra vida signifique algo más en este dificultoso tránsito de a la vejez y no contentarnos con vivir en la superficie dejando que se escapen las mejores y más ardientes circunstancias de la vida? Todo lo expresado constituye una sana ambición, pero ocurre que se ha tergiversado el sentido de un calificativo que significa simplemente la capacidad de un hombre de poner en funcionamiento sus mejores cualidades y su fuerza para realizarse y para permitir la realización de los demás. Si releyendo lo anteriormente expresado todo le parece una exposición de concepciones ambiciosas, así será. Pero yo lo veo como una compulsión muy justificada en la difícil vida contemporánea. Mi fundamental ambición es que el país no pierda su dimensión y proyección de futuro en el concierto de las naciones. Mi ambición es que el país no pierda su estatura de país ante los problemas de coyuntura, que luego de cinco años siguen sin resolverse.

Extra: Usted se ha situado en una posición crítica frente al Proceso. Suponemos que no es una posición "fácil" para un hombre que ha sido parte de él. ¿Cómo vive personalmente esta situación?

Massera: La vida en la madurez no es fácil para nadie. Tampoco fue fácil para mi sostener una posición de dureza crítica frente a quienes han sido, son y serán amigos y compañeros. Pero una cosa es mi sentir personal y otra mi obligación como hombre de armas y como ciudadano empecinado en logra lo mejor para el país. Viví con sinceridad y con responsabilidad la etapa crítica cuando estaba en la Junta Militar y no cambié en absoluto cuando salí de ella.

Extra: La generación de jóvenes de 25 a 40 años ha vivido un país de "promesas incumplidas". ¿Qué podemos hacer frente a su desencanto? ¿Cuál es su preocupación?

Massera: Créame: el desencanto no es solamente de aquéllos cuyas edades fluctúan entre los 25 y 40 años. También hay desaliento en los mayores y falta de incentivos en los menores de edad. El movimiento que propicio intente dar oportunidad a todos: a los jóvenes, a los adultos y a los que pertenecen a la mal llamada clase pasiva. Nuestro país será reconstruido entre todos y para todos. En esa tarea está comprendido todo cuanto yo pueda hacer.

Extra: ¿El almirante Massera se incorpora definitivamente a la vida política nacional? ¿Qué debe esperar de él la Argentina política?

Massera: Creo que por ahora estoy actuando como un ciudadano al que le interesa sumarse a las corrientes cuyo dinamismo permiten entrever alguna salida para la crisis que vivimos todos. Y desde ese punto de vista, si mi capacidad, por modesta que sea, sirve a los intereses nacionales puede esperarse de que contribuya a la afirmación de la democracia, de la justicia, de la libertad y de la solidaridad. Premisas que han sido fundamentalmente en cada una de mis manifestaciones públicas. Yo he tenido coherencia entre mi pensamiento, las palabras que he pronunciado y mi conducta. Todo ha estado matizado por esa gran pasión argentina que a veces, cuando nos ponemos a reflexionarnos llega desde la época en que leíamos a Eduardo Mallea. U Usted recordará "Historia de una pasión argentina...". Si recuerda también la esencia del relato comprenderá que esa pasión sobrevive hoy en gran parte de los argentinos que pretendemos ser responsables.

Extra: Es probable que la industria que mejor funciona en la Argentina es la del rumor. Usted, como figura política, como hombre de gobierno, la conoce. ¿Los argentinos somos destructivos por vocación? ¿O los rumores son consecuencia lógica de la confusión e indefinición?

Massera: Es posible que los argentinos tengan algún matiz autodestructivo. Está en la esencia de los españoles y de los italianos, cuyas sangres generosas alimentaron en gran medida las corrientes inmigratorias. También Italia y España han sido y son países trágicos de los que quizás heredemos ese matiz pernicioso al que alude usted y aludo yo en el principio de la respuesta. Pero hay situaciones como las que atraviesa ahora el país en que sería milagrosos que alguien no tuviera una actitud escéptica. Ese escepticismo no podemos cargarlo en la mala cuenta de los argentinos. En cuanto a los rumores, son también producto de la indefinición con que se manejan desde las altas esferas la economía y la política, de la ambigüedad con que se manifiestan sus principales personajes. Yo soy un decidido partidario de la creencia de que la culpabilidad la tiene raramente el pueblo, sino casi siempre quienes -para bien o para mal- rigen sus destinos. Mire: le diría que en nuestro país hace falta tomar al toro por las astas, es decir, sin dejar de reconocer la grave situación económica que debe ser corregida, dar un principio de solución política evitando una vez más la trampa organizada o no que se tendió numerosas veces a los hombres y mujeres argentinos. La libertad de expresión, la voluntad de diálogo, la coherencia ideológica tienen que levar fatalmente al logro político. Y ésas son las dos cosas fundamentales sobre las que hay que ponerse con alma y vida, sin perder más tiempo desde ahora. Naturalmente no se pueden descuidar la educación, la salud, ni la cultura. Fíjese qué tremenda responsabilidad; es en esas empresas donde se mide la calidad de los hombres. Sería inteligente proponerse metas modestas, irlas cumpliendo y proponerse otras de tal manera de no perderse en sueños de grandeza y sí en logros satisfactorios para todos. Esa es mi tarea y lo invito a usted y a todos los que me lean a seguir este ejemplo: metas a proponerse y trabajo. Esta es la base de todos los milagros.
Bernardo Neustadt

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ENTREVISTA A RAÚL ALFONSÍN - 1981

REVISTA EXTRA - AÑO XVII - N° 193 - JULIO 1981
¿CUÁL FUE EL ERROR DE LOS GRANDES PARTIDOS MAYORITARIOS?
Entrevista a Raúl Alfonsín

Raúl Alfonsín, líder del Movimiento Renovación y Cambio de la Unión Cívica Radical, analiza los problemas de la democracia latinoamericana. La Argentina y su larga lucha por la estabilidad centra sus juicios más apasionados y polémicos. Aquí su pensamiento.

Extra: Doctor, ¿su libro "La cuestión argentina" puede encuadrarse dentro de lo que podríamos llamar teoría política?

Raúl Alfonsín: "La cuestión argentina" no es un libro de teoría política. En consecuencia, no me detengo demasiado en algunos fenómenos que son propios de la democracia del mundo, aunque, por supuesto, son el trasfondo de todos los problemas argentinos.

Extra: Tampoco se analiza el elitismo en la democracia argentina.

Alfonsín: No lo hice porque está suficientemente estudiado en la teoría política. Desde los griegos con Platón y su oposición a la democracia ateniense. Más tarde Nietzsche, con su superhombre y su pensamiento de que son los héroes y no los hombres los impulsores de la historia. Luego Pareta y Mosca sirvieron de antecedentes a los nacionalistas criollos con la teoría de la circulación de las elites. Trabajar sobre todos estos temas hubiese llevado medio libro, pero los omití para que el discurso sea más directo.

Extra: Su opinión sobre los embates contra las normas democráticas, que es uno de los problemas actuales.

Alfonsín: Este es un gran problema de la democracia. Durkheim lo denominó anomia. Los hombres actúan de dos maneras. Una prescriptiva y otra electiva. En esta última se pone en juego la libertad misma. Pero el hombre moderno quiere vivir en libertad; cuando quiere elegir todo y desacraliza todos los valores, e incluso discute el marco normativo, su comportamiento se transforma en anómico. Esta personalidad conspira contra la libertad, la democracia y contra sí mismo.

Extra: ¿De qué forma conspira contra la democracia?

Alfonsín: En la Argentina conocemos dos formas posibles de conspirar contra la democracia mediante la anomia. Una es la apatía, “el no te metás”, y la otra es la violencia.

Extra: ¿Cómo interpreta usted la inestabilidad democrática latinoamericana?

Alfonsín: El problema de las democracias latinoamericanas es que no tienen respuestas a problemas básicos de orden económico-social. No satisfacen las expectativas de los pueblos.

Extra: ¿Por qué carecen de respuestas a estos problemas que son, sin duda, esenciales para la estabilidad de un sistema?

Alfonsín: Los motivos son varios; uno de ellos es la discriminación que, sobre nuestros países, hacen las naciones de economías centrales en materia de comercio exterior. Personalmente, manifesté a muchos políticos europeos que la elevación del nivel de vida de sus pueblos no debe hacerse a costas del deterioro de los nuestros.

Extra: ¿Cuáles son, a su juicio, los otros motivos que pueden explicar la falta de estabilidad?

Alfonsín: Muchos estudiosos dieron respuesta a la inestabilidad política latinoamericana. Afirman que es causa de la miseria, y es razonable, porque ésta constituye un elemento que impide la participación racional del pueblo provocando la ausencia del instrumento fundamental de la democracia. También lo atribuyen a la dependencia y al militarismo. Johnson, sociólogo norteamericano, dice que los latinoamericanos, después de la guerra por la independencia, cambiaron las banderas de igualdad, libertad y fraternidad por la artillería, caballería e infantería.

Extra: Pero su tesis, ¿no es ésa?

Alfonsín: No descarto ninguno de los factores que antes mencioné. Todos influyen. Pero a mi criterio, la inestabilidad política latinoamericana, y más aún la Argentina, se debe a que siempre existió una minoría que impidió la realización de los pueblos.

Extra: ¿Cuáles son las características de esa minoría?

Alfonsín: Ya no es la vieja oligarquía de base terrateniente. La oligarquía actual es moderna, inescrupulosa, totalitaria, de base financiera. Se caracteriza por ser un comportamiento más que una clase social; se refugia en la especulación.

Extra: La minoría a la que usted se refiere, ¿es similar a las que sustentan el poder económico europeo?

Alfonsín: No. Tienen diferencias extraordinarias. En Europa presentaron y concretaron importantes proyectos económicos que permitieron elevar el nivel de vida de todos sus habitantes. En cambio, en nuestro país fracasaron permanentemente.

Extra: Limitándonos a las causas que impidieron la estabilidad en la Argentina, ¿cuál es su opinión al respecto?

Alfonsín: Todas las que antes mencioné tienen cabida como causales de la inestabilidad democrática. Pero resta analizar otra, y muy importante: los errores de las mayorías. Los sectores políticos nacionales no marginaron nada de la competencia política. No existieron los comunes denominadores, esos que son los que definen a un pueblo como nación, que hayan sido apoyados o sostenido por el conjunto nacional. Los principales responsables son los políticos mayoritarios que produjeron grandes enfrentamientos, con enormes errores. Por ejemplo, el radicalismo, cuando fue desalojado del poder en 1930, se quedó en el reclamo electoral sin comprender los nuevos acontecimientos de la sociedad argentina. No interpretamos el nacimiento de la sociedad industrial con sus angustias y sus anhelos. Quien logra hacerlo es, por entonces, el coronel Perón. Otra hubiera sido la historia del país si no hubiera incorporado a su praxis política algunos ingredientes reñidos con la democracia.

Extra: ¿Ese fue el único motivo por el cual lo combatió el radicalismo?

Alfonsín: No se puede hacer un análisis unilateral del peronismo sin dejar de reconocer su labor en materia de avance social. El radicalismo lo combatió por las cosas malas que practicaba y no como muchos antiperonistas, por las muchas buenas que hizo.

Extra: ¿Y cuál fue el error de los grandes partidos mayoritarios?

Alfonsín: Pelearnos permanentemente. Poníamos por testigo a Dios, a la historia, a los pueblos, y nos rasgábamos las vestiduras en el altar de la libertad; otros, en el de la justicia social. Nos peleábamos, y cuando estábamos por matarnos dábamos vuelta la cabeza sin darnos cuenta de que éramos gladiadores del circo romano. Que en la tribuna estaba la oligarquía bajando los dedos, señalando que quienes morían no eran partidos políticos sino la posibilidad de la verdadera democracia.

Extra: Reconocidas esas faltas, ¿cuál es la solución?

Alfonsín: Estas falencias históricas se pueden superar a través de un compromiso democrático.

Extra: ¿Qué significa compromiso democrático?

Alfonsín: El compromiso democrático que el país reclama no es un cuerpo de doctrina ni un programa de gobierno. Es, sí, ponernos de acuerdo sobre las ideas básicas, comunes, que son las que pueden impulsar a todo el pueblo a recuperar la democracia.

Extra: ¿Cuáles son esas ideas básicas?

Alfonsín: Las ideas consisten en definir y ubicar, primero, a quienes están por la democracia, contra la autocracia. Segundo, quiénes están con la autonomía del país frente a la dependencia. Tercero, quiénes están con la participación del pueblo frente a su marginación. Después de este compromiso en el que pueden estar todas las fuerzas políticas, llegarán las mediaciones, que es la característica de la actividad política. Fundamentalmente, entre los sectores del trabajo organizado y el empresariado nacional, para evitar que la pugna distributiva tumbe el sistema.

Extra: ¿Están dadas las condiciones para realizar el compromiso que usted menciona?

Alfonsín: Sí. Estamos triplemente desafiados. Debemos recuperar la democracia, reconstruir la economía y operar una mejor distribución de las riquezas. Estos no pueden ser objetivos de cumplimientos sucesivos. Deben realizarse en forma simultánea. Es imprescindible trabajar con inteligencia y urgencia. Están dadas todas las condiciones para que esto suceda. Por primera vez aparecen solicitadas firmadas por obreros reclamando la permanencia de las fuentes de trabajo, es decir, defendiendo a la industria. Y también, por primera vez, las cámaras empresarias reclaman aumento del poder de compra del obrero, que implica un aumento del salario real.
Bernardo Neustadt

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viernes, 1 de mayo de 1981

ENTREVISTA A OSCAR ALENDE - 1981

REVISTA EXTRA - AÑO XVI - Nº 191 - MAYO 1981
"SERE UN AFILIADO MAS DEL PARTIDO"
Entrevista a Oscar Alende

El motivo de la entrevista: su renuncia a la conducción partidaria. A partir de esta actitud surgieron otras declaraciones sobre el país y un tema que lo preocupa intensamente: la juventud argentina frente a la política.

Extra: ¿Cuál es su situación actual en el partido, después de su renuncia, alejamiento de la presidencia?

Oscar Alende: En 1976 o 1977 en un reportaje en Extra aseguré que nunca abandonaría la acción política. Y hoy soy coherente con aquella afirmación. Mientras tenga condiciones físicas e intelectuales seguiré trabajando y actuando.

Extra: Pero usted presentó su renuncia a la conducción partidaria.

Alende: Es un tema distinto. Hace dieciocho años que soy presidente del partido. Primero, lo fui de la UCR. He pedido mi relevo en la conducción partidaria para que se organice e instrumente y así pasar a ser un afiliado más. No renuncié porque la situación legal de los partidos no me lo permite.

Extra: ¿Por qué lo hizo?

Alende: Porque me resulta difícil explicar a la gente joven, que quiere participar y ocupar funciones jerárquicas en el partido, que desde hace casi dos décadas soy presidente. Parece que veinte años de proscripción del peronismo no sirvieron para nada. La juventud no encontró posibilidad de expresarse y se volcó a corrientes que golpearon en sus sentimientos y emoción, y el resultado lo conocen todos. Eso es lo que quiero evitar.

Extra: ¿Queda claro que usted no se aleja de la política?

Alende: No me alejo de la política. Sólo me someteré disciplinada y honestamente a las resoluciones de la comisión de acción política que preside Juan Carlos Manes. Lo haré como un afiliado más del distrito de Lomas de Zamora. De esta manera el partido da el sentido ético de lo que será su próxima, y espero que pronta, reorganización interna. Además establece la posibilidad de que todas las provincias, y no sólo las que están representadas en el Comité Nacional, puedan expresar su opinión en cuanto al futuro partidario.

Extra: ¿Con su actitud pretende influir en otros sectores políticos para que sigan su ejemplo?

Alende: No. Cada cual resuelve de acuerdo con lo que le corresponde.

Extra: En una columna política se dijo que usted renunciaba a la presidencia por diferencias con otras corrientes internas. ¿Es cierto?

Alende: En los últimos cinco años se acentuó una tendencia a procurar divisiones en los partidos y en los gremios. Por esto aparecen los comentarios no ajustados a la realidad. Es natural que en un partido democrático existan líneas y que las opiniones no estén uniformadas. Sería muy penoso que el criterio de los afiliados sea aborregado.

Extra: Pero... ¿existen serios enfrentamientos internos?

Alende: En la última reunión se resolvió fortalecer la imagen y posición individual del Partido Intransigente. Esto coincide con un dato ilustrativo: en los últimos tiempos todos los partidos aparecieron divididos, o con serias diferencias, instigados por los apetitos del Gobierno. El único que se mantuvo al margen de la situación fue el Intransigente, a pesar de las disímiles opiniones.

Extra: ¿Por qué el Partido Intransigente se mantuvo al margen de esa situación?

Alende: No tuvimos disidencias públicas respecto de la conducta partidaria frente al gobierno de facto, porque es la reiteración del comportamiento que mantenemos desde hace cincuenta años.

Extra: ¿Cuál es la base de ese comportamiento?

Alende: Mantener vívida la imagen y conducta de Hipólito Yrigoyen, que promovió la existencia de un partido orgánico sobre la base del respeto al pueblo y la defensa del sufragio. Y como los gobiernos de facto implican la negación del voto, nosotros tomamos la actitud de defender la Constitución Nacional y el sistema democrático.

Extra: El hecho de haber pedido su relevo y la intención de hacer participar a las provincias que no tienen representación en el Comité Nacional significa lanzar el partido a la calle y desconocer las leyes vigentes.

Alende: Parece un interrogatorio judicial y yo prefiero atenerme a los hechos. La veda política ha desaparecido, de hecho, en el mismo momento en que Martínez de Hoz escuchó el primer discurso del presidente Videla, en compañía de los integrantes de la Sociedad Rural, del Consejo Industrial y de la Unión Industrial. De manera que el primer procesado debió ser el ministro.

Extra: ¿Pero su partido desconocerá las leyes vigentes?

Alende: Como en todas las épocas de gobierno de facto, tenemos dos alternativas: cumplir con todas las medidas antidemocráticas y emanadas del poder, o cumplir con el estatuto de nuestro partido, que es un instrumento legal porque está probado por la justicia electoral. El estatuto nos obliga a asumir la responsabilidad de la conducción partidaria y hacer cumplir los deberes del partido, que son los del país. Entre seguir los dictados del Estatuto y las cláusulas coyunturales de gobiernos no legales, optamos por lo primero.

Extra: Usted mencionó que es intención de la mesa directiva del Comité Nacional otorgar participación a todas las provincias. ¿Qué significa?

Alende: En estos momentos, en las reuniones de la mesa directiva tenemos presencia permanente de los representantes de Capital, Buenos Aires, Córdoba, San Luis, Santiago del Estero y Neuquén. La Comisión de Acción Política arbitrará todos los medios para tomar contactos con el resto. Seguramente será un trabajo dúctil y proficuo que estará muy por encima de lo que pueda suponer la presencia de cada uno de los representantes del partido.

Extra: ¿Cuando se instrumente la salida democrática asistiremos a un nuevo modo de vida política, que termine con los enfrentamientos y asegure la estabilidad?

Alende: Aspiro a que así sea, porque es una necesidad perentoria que no puede dejarse de lado. La situación del país es extremadamente grave. Hay muchos temas que no tienen solución, o, por lo menos, son muy difíciles de resolver. Esto sucede en lo exterior, económico social, en lo instrumental y en lo institucional.

Extra: ¿Cuál es la situación del país?

Alende: Estamos viviendo una crisis grande y profunda. Tenemos un pueblo desinformado, con falta de confianza y de fe; y con una situación de protesta generalizada que no encuentra los carriles para poder expresarse. La gente no se ha despojado del terror impuesto a la ciudadanía desde los dos extremos. El país requiere un proceso nuevo aprovechando las experiencias del pasado y mirando al futuro, en un ambiente democrático donde no se le tema ni a la vida ni a los jóvenes.

Extra: ¿Usted pide la democratización urgente?

Alende: Urgentísima. Y lo hago desde hace años. Si el Gobierno hubiera atendido muchas expresiones que quedaron en el olvido referidas, por ejemplo, al Beagle y al enfoque económico, las cosas hubieran andado mejor, y no nos encontraríamos en la crisis actual.

Extra: ¿Queda espacio político para un nuevo partido?

Alende: En nuestro país es seguro el fracaso de un partido oficial, gestado desde el Gobierno. Pero para otros movimientos, el espacio de acción lo decidirá el tiempo.

Extra: ¿Cree que la juventud está defraudada por los políticos?

Alende: La juventud está mal informada porque carece de posibilidades para hacerlo. Tiene muy fresco el recuerdo de los malos momentos pasados. El gravísimo riesgo que se corre es que, de golpe, aparezcan los latiguillos que toquen el sentido de generosidad de la juventud y la historia vuelva a repetirse, sin que nosotros podamos ayudarlos a canalizar la vocación política a través de la reflexión y de la propia experiencia.

Extra: ¿Pero su generación política los representa?

Alende: La juventud tiene un destino: llegar al medio social, con el que no están comprometidos, para demandar contra sus injusticias. Cuando ella no puede resolver por sí misma, tiene que hacer un verdadero esfuerzo para saber quién las interpreta y quién las usa.

Extra: De vez en cuando, en política de raíz yrigoyenista revive la idea de unificar todos los partidos surgidos del viejo tronco radical. ¿Cuál es su opinión y su actitud al respecto?

Alende: Son temas que deben ser analizados en el seno del partido cuando las condiciones políticas lo permitan.

Extra: ¿Cuál fue esa estrategia?

Alende: Estar con un pie dentro del gobierno de facto y con otro en la oposición. Pero esto no es más que una diferencia. El rumbo definido del Partido Intransigente se tomará cuando esté reorganizado. En estos momentos nuestro pensamiento está volcado a reforzar la estructura partidaria, exhibir su conducta inalterable y aparecer como el genuino representante del pensamiento radical yrigoyenista.

Bernardo Neustadt

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jueves, 1 de enero de 1981

ENTREVISTA A JORGE LUIS BORGES - 1981

REVISTA EXTRA - AÑO XVI - Nº 187 - ENERO 1981
¿UN NUEVO BORGES?
Entrevista a Jorge Luis Borges

Don Jorge Luis Borges: espléndido escritor, maestro de la ironía cruel y escéptica, con algunos toques de ternura entreverados en su particular e inédito anarquismo. Nunca se tiene la certeza sobre sus intenciones finales. Sus variables son inagotables. En estos últimos tiempos se ha especializado en declaraciones inesperadas (por definirlas de alguna forma). La realidad es, a veces, un simple material para complacer su habitual juego intelectual, que cómodamente se mueve entre la sagacidad y el absurdo.

Extra: ¿Qué le gustaría realizar en este primer tramo del 81?

Jorge Luis Borges: Me gustaría poder concluir algunos libros ya empezados. Por ejemplo, tengo un ensayo sobre La Divina Comedia, me gustaría publicar la antología de mi obra que es casi poética, un libro sobre cuentos fantásticos y otro de poemas. Me gustaría, en fin, vivir unos meses más para poder completar estos trabajos.

Extra: Creemos que los va a vivir.

Borges: No. Yo pienso que no. Soy muy pesimista con respecto a mi vida.

Extra: ¿Qué lo hace reflexionar así? ¿1980 ha sido un año duro para usted?

Borges: Yo creo que fue duro para todos. Económicamente hay muchos problemas que espero que solucionen en 1981. Hace tiempo que el peso argentino corresponde económicamente a una cosa fantástica, lo que no ocurre en ningún otro país. Pienso que nosotros continuaremos declinando. No sólo nosotros sino Occidente también.

Extra: ¿Qué lo lleva a reflexionar en forma tan pesimista?

Borges: Europa ya no es lo que era antes. Ha perdido su hegemonía en las dos guerras civiles que llamamos mundiales y entonces ahora estamos a merced de dos países que fueron grandes en el siglo XIX y ahora son más bien mediocres.

Extra: ¿Mediocres los EE.UU. y la URSS?

Borges: Evidentemente hablo de ellos. Es una lástima, realmente una lástima lo de Europa.

Extra: Con la Europa de la que usted habla, ¿se hubiera evitado, por ejemplo, problemas como el de Polonia, con la tremenda presión soviética?

Borges: Ciertamente. Eso quiere decir que el gobierno ruso no es un gobierno revolucionario, es simplemente un imperialismo zarista que no ha cambiado en nada. Simplemente es eso.

Extra: Hace poco, conversando con la escritora Marta Lynch nos decía que rescataba como figura de 1980 al nuevo Borges. ¿Hay un nuevo Borges?

Borges: Supongo que todos estamos continuamente cambiando. Sería muy triste llegar a los 81 años siendo el mismo que cuando nací. ¿No? Yo estoy cambiando a cada momento. Como todos.

Extra: De acuerdo. Pero sus últimos juicios son más "terrenales", están más comprometidos con el "ser cotidiano".

Borges: No. No. Yo estoy comprometido únicamente con la ética. Yo no estoy afiliado a ningún partido político. Desapruebo imparcialmente el terrorismo de la izquierda y de la derecha. Yo como individuo, trato de ser un individuo ético, pero es difícil serlo.

Extra: ¿Cómo vivió las elecciones en los EE.UU.?

Borges: No sé. Estuve en los EE.UU. durante las elecciones y había una broma que todo el mundo repetía. Un señor va caminando por la calle y de pronto se le aparece otro y le pone una pistola al pecho diciéndole: "¿Por quién votará usted, Carter o Reagan?" Y entonces el primero le responde: "¡Haga fuego!" También había otra broma en Rusia. Decían que los norteamericanos tenían derecho a elegir presidente como si eligieran por Pepsi o Coca-Cola. Pienso que en esos chistes está un poco la opinión general.

Extra: ¿Cuál es su reflexión acerca de la última encíclica papal?

Borges: A mí los funcionarios no me interesan y el Papa es un funcionario, desde luego. Pero sus decisiones son importantes, aunque yo no sé cuáles son. De todas maneras no fomenta la guerra sino la paz y en ese sentido estoy de acuerdo con él. Desde luego yo no soy católico y pienso que el Papa es un político, tal vez más hábil que otros.

Extra: ¿Aparte de usted, que otras figuras rescata de 1980?

Borges: Yo no me rescato. Creo que ésa es una equivocación. A mí no me gusta lo que yo escribo. Yo no soy nadie para juzgarme ni compararme con hombres como Virgilio. Si tuviera que rescatar a otros, habría muchos.

Extra: ¿Qué le parece Walesa?

Borges: Perdí la vista en el año 55 y he preferido releer a leer. Conozco muy poco a los contemporáneos. Usted mencionaba hoy a esta señora Marta Lynch. Bueno, yo no he leído una línea de ella. Posiblemente sea bueno lo que ha escrito. Le insisto, yo a los contemporáneos no los leo.

Extra: Ya que orientó usted la pregunta hacia otro terreno, ¿quiénes relee?

Borges: Bueno, cuando viene gente a casa les pido que lean a Bernard Shaw, o que me lean a Schopenhaüer, Virgilio, Seneca, Chesterton.

Extra: ¿Seguro que a ningún contemporáneo?

Borges: Creo que hay un excelente novelista que se llama García Márquez. En los EE.UU. hay muchos buenos escritores totalmente olvidados. Lugones ha sido injustamente olvidado en la Argentina.

Extra: ¿Qué me dice de Pérez Esquivel?

Borges: Nada sé de él. Estoy de acuerdo con lo que dijo, pero no sé si tiene derecho a decirlo. Además me han dicho que fue terrorista y que se escandaliza del terrorismo de la derecha y no de la izquierda. Posiblemente sean calumnias. Yo no sé. A lo mejor es algo totalmente injusto, pero yo no sé nada de él. Además, como argentino deseaba que ganara la Argentina y no entiendo por qué, ahora que tenemos un premio Nobel, casi nadie está agradecido. América le debe a Chile dos premios Nobel no merecidos totalmente. Gabriela Mistral no, pero Pablo Neruda, sí. Yo estaba en Estocolmo en oportunidad del dictamen. No me vi con Neruda por razones políticas, ya que él era amigo del comunismo; pero aconsejó que me lo dieran a mí y yo, más allá de la política, que es algo efímero, les aconsejé que se lo dieran a Neruda.

Extra: Por último, Borges, ¿qué piensa de la propuesta que hizo el Papa a los gobiernos de Chile y nuestro país para solucionar el litigio austral?

Borges: Cualquier propuesta, cualquier paz, es preferible a la guerra. Yo soy un pacifista y creo que toda guerra es un crimen. Si un gobierno quiere una guerra tiene muchas razones para justificarla. Mejor es admitir que toda guerra es injusta, aunque no todas las guerras son injustas.
Bernardo Neustadt

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